Hoy con Leleman venía pensando en… Anil murthy. En si se tomó la molestia allá en Singanpur de ver en que televisión hacían el Athletic de Bilbao-Valencia y si lo vio.
El cambio horario no es excusa. Las cuatro y cuarto de la tarde hora española son las once y cuarto de la noche en Singapur. Buena hora para ver un partido de fútbol y más si juega tu equipo. Y cuando digo tu equipo me refiero a ese del que es presidente, no que lo lleve en el corazón que de eso si tengo dudas.
Lo normal es que hubiese quedado con Lim para verlo. Lo dudo. Tampoco sé si el máximo accionista ve los partidos del club del que posee la mayoría accionarial. Todo lo que rodea a Lim siempre ha estado envuelto de misterio. Por no oír no hemos oído jamás su voz. Miento, en una entrevista hace años hecha a medida por los medios del propio club.
Desconozco si ambos vieron la imagen del final. Sí esa en la que un Marcelino sonriente saludaba a todos, menos uno Kangin, sus exfutbolistas. Esa imagen que denotaba amor recíproco. Lo difícil que fue construir aquello y la facilidad con la que lo destruyeron. Esa imagen demuestra la confianza que tenían en él sus futbolistas. Y cuando un jugador cree en su entrenador, todo es posible. A las pruebas me remito.
Y desconozco si le han llegado a Lim todas esas críticas de los medios internacionales, esos que tanto se ha esmerado en cuidar, y que ya se han dado cuenta de la realidad que vivimos aquí.
Porque si lo ha hecho se habrá dado cuenta de lo revuelto que tiene el patio, de las cagadas que ha cometido y de que Anil, ese al que ahora tiene en Singapur, no ha podido gestionar de peor manera su mayoría accionarial