Desde ambas poblaciones aseguran que el mal estado del vial pone en riesgo la seguridad de quienes circulan por él, les conduce a la despoblación y amenaza la economía local. El vial tiene una longitud de 23 kilómetros, de los que 16 transcurren por la provincia de Teruel (A-1701) y 7 por la de Castellón (CV-173).
Las obras en el tramo turolense se han iniciado y paralizado a partes iguales y en la actualidad presenta el peor estado. El último proyecto de reforma arrancó en 2014, pero a día de hoy los trabajos iniciados entonces están totalmente paralizados.
Por su parte, el trazado que discurre por Castellón acumula un historial similar y sus mejoras se han limitado a las propias de mantenimiento, después de que llegara a diseñarse y presupuestarse un proyecto de mejora integral. La carretera también es uno de los puntos de acceso desde la provincia de Castellón a la autovía Mudéjar Teruel-Sagunto (la A-23) y las pistas de esquí de Valdelinares en la provincia turolense. Convertir esta carretera en un vial "digno" dicen es clave para el "progreso" de ambas poblaciones tal y como recuerdan desde sus respectivos consistorios.