La Policía Nacional ha desalojado el Centro Cultural Ocupado y Autogestionado 'Sa Foneta' (Plaza España, 10) este miércoles pasadas las 09.00 horas. Media docena de furgones policiales, otras tantas motocicletas y varios vehículos de la Policía Local han llevado a cabo el operativo que se ha saldado con un detenido y ha concluido sobre las 14.00 horas con el cierre de las puertas y ventanas del edificio donde han quedado recluidos en el interior dos guaridas de seguridad.
Utilizando los furgones como parte del cordón policial se ha iniciado el desalojo en el que se ha detenido a una persona por golpear a un agente. El joven de 26 años iba con una guitarra al hombro y cuando le han pedido que se detuviese, ante su negativa, se ha producido el encontronazo que ha acabado con el policía herido en la mano.
La intervención se ha producido con una orden judicial, con el fin de devolver el inmueble a su propietario (una entidad financiera) y en ella se ha sacado del edificio a tres personas que en ese momento estaban en el interior del mismo. Pasada la mañana, se han concentrado en los alrededores del lugar unas cien personas, entre curiosos y simpatizantes.
El 17 de junio Sa Foneta hubiera cumplido un año como casa 'ocupada'. "En el momento álgido a las asambleas acudían unas treinta personas, y a lo largo del día llegaban a pasar unos 100 usuarios", comenta una joven cercana al movimiento.
"Ahora había decaído un poco, iban una 10 a las asambleas y el centro social lo utilizaban unos 30", añade. "Pero estaba todo preparado para la temporada de verano", matiza uno de los gestores.
"Íbamos a empezar con los cursos de inglés de nuevo", ha precisado. Y daban clases de distintos tipos de varias artes marciales, entre ellas una modalidad de autodefensa israelí o taekwondo, así como otros talleres.
Sus ocupantes plantean que el desalojo pueda ser ilegal debido a que "se dejo pactado" con la autoridad que "nos avisarían antes del mismo" y esto "no se ha respetado". "Lo normal es que te den dos días para realizarlo", agrega.
Mientras los operarios aislaban el edificio, mediante el cambio de cerraduras y la fortificación desde dentro de los puntos de acceso, los objetos --una vez fuera-- se han distribuido por diferentes centros o casas particulares gracias a la ayuda de varias furgonetas. Los libros, por ejemplo, han ido a parar a la cooperativa 'Agrohorizontal'.
Con una cadena humana de hasta 15 personas, varios compañeros han ayudado a sacar los enseres que se habían acumulado en 11 meses. Neveras, bidones para torrar, cuadros, ropa, mantas, una hormigonera, e incluso todos los libros de la biblioteca que había en local o un cartel en el que se podía leer 'Seamos realistas, pidamos lo imposible'.