Las restricciones se han endurecido y desde el sábado se adelanta el cierre de la actividad no esencial a las 18 horas en fin de semana y el toque de queda a las 22 horas. Además, se reducen las reuniones sociales a un máximo de 4 personas y también se ha cerrado perimetralmente la capital oscense junto con otras nueve localidades aragonesas. Medidas que vuelven a contar con el rechazo de la hostelería o el comercio, como quedó patente en una cacerolada el sábado en Huesca.