Los partidos acaban cuando el árbitro pita. En Anoeta, los malaguistas con su entrenador a la cabeza dieron por finalizado el choque con antelación. Con 1 - 2 en el marcador Pellegrini dio muestras de esta sensación al introducir en el campo a Van Nistelrooy y retirar a Rondón. La Real, a la desesperada, colgaba balones al área rival y metía mayor intensidad. El holandés no es jugador para esa pelea y el Málaga acusó que el resto de sus compañeros tampoco imprimieran mayor ritmo. Fueron desbordados en la recta final por su propia desidia.
El primer gol del partido fue fruto de un despropósito. Un remate de Aguirreche al travesaño rebota en Demichelis para establecer el 1 - 0 (min 9). El Málaga reaccionó a su ritmo, al ralentí llegó el empate en una acción donde Isco le pone el balón a Rondón que de cabeza empata (min 20). De ahí al descano, el tedio marcó el desarrollo sin que los malaguistas dispararan a puerta y los donostiarras generaran peligro a excepción de un tiro de Zurutuza despejado por Caballero.
En la reanudación el Málaga siguió con su ritmo cansino, dominador del balón pero si disparo a puerta hasta que en las pocas veces que lo hace marca. Seba Fernández, como premio a su constancia, roba el balón a un dormido González para fusilar a Bravo. Parecía la sentencia (min 59).
Lo peor estaba por llegar. Primero Pellegrini con los cambios, y segundo los jugadores con la indolencia, arrastraron al equipo a la derrota. Vela de chilena al filo del minuto 90 y, poco después, Ifrán en el 92 ante la pasividad de Demichelis, sentenciaron a un Málaga que recibe un serio toque de atención.