La motivación de los futbolistas del Dépor tras el cambio de inquilino en su banquillo, superó la teórica superioridad del Málaga. La diferencia clasificatoria no se plasmó en el césped por más que los gallegos ocuparan el farolillo rojo y el Málaga se mantenga en la cuarta posición.
Desde los primeros compases se comprobó que Caballero estaba llamado a ser el mejor de los suyos. El argentino se empleó a fondo en dos lanzamientos de Bruno Gama, todo un incordio en cada una de sus acciones, para evitar el primer tanto cuando desde las gradas ya se entonaba el mismo. Abel Aguilar, desde lejos, y Pizzi con un libre directo que se estrelló en la madera, siguieron llamando a la puerta de Caballero pero sin fortuna para abrir el marcador por fortuna para los intereses del Málaga. Sin mordiente en ataque, fallón en defensa y dando por bueno el empate sin goles con el que se llegó al descanso, Joaquín tuvo la posibilidad de adelantar a los suyos en una acción aislada y tras un regalo de Abel Aguilar que le dejó solo ante Aranzubía que, en su salida, atajó el lanzamiento.
En la segunda mitad el Málaga siguió fuera de onda. El Dépor realizó un esfuerzo mayor ante un rival desaparecido y falto de concentración. Fruto de un error de Jesús Gámez llegó el tanto del triunfo gallego. Un mal pase del lateral derecho lo aprovechó Pizzi para, en acción individual, superar a Caballero y llevar el delirio a las gradas de Riazor.
Pellegrini movió ficha dando entrada a Saviola y Buonanotte con la intención de dar señales de vida en ataque. Sin embargo, y pese al repliegue intensivo del Dépor, Aranzubía sólo tuvo que intervenir en una ocasión a disparo lejano de Buonanotte. No hubo reacción por parte de los malaguistas.
Como último detalle, destaquemos que los jugadores del Málaga lucieron brazaletes negros en sus camisetas por el fallecimiento del niño de 6 años atropellado por una de las carrozas de la cabalgata de Reyes, suceso ocurrido pocas horas antes del comienzo del partido en Riazor.