El conjunto dirigido por Óscar García, que se estrenó como técnico celtiña en Balaídos, llevó el peso del encuentro y gozó de las mejores ocasiones, pero continúa sumido en una crisis de juego y resultados que hacen diferenciar muy poco a este equipo del que entrenaba Fran Escribá hace apenas un mes.
Los pucelanos comenzaron con más desparpajo y pudieron haberse adelantado gracias a Sergi Guardiola. El delantero blanquivioleta tuvo dos buenas ocasiones aunque ninguna llegó a buen puerto. Los gallegos también gozaron de oportunidades en el acto inicial, sobre todo un mano a mano de Aspas -tras 40 metros de carrera en solitario- que detuvo Masip, así como un centro de Mina que rozó el larguero por arriba.
Sin embargo, la balanza se desniveló por completo en la segunda parte. El Celta subió líneas, aumentó la presión y generó hasta cuatro ocasiones claras para haberse llevado el partido, pero pagó muy caro su falta de puntería. Primero fue Sisto con un tiro lejano que despejó Salisu, el punto más débil de los castellano-leoneses.
Aspas se estrelló con la barrera en una falta a cuarto de hora para el final y Santi Mina, en la más clara, disparó rozando el palo ya con el tiempo cumplido. El Celta se estrelló ante un Valladolid cuyo plan salió a la perfección. Los vigueses seguirán antepenúltimos, mientras que el cuadro de Sergio González se mantiene decimocuartos.