Mundial de Qatar

Derechos humanos, dentro y fuera del campo

Faltan menos de dos años para la disputa del Mundial de fútbol y las iniciativas contra su organizador ya han comenzado. Noruega, Alemania y Países Bajos han reivindicado esta semana el respeto a los derechos humanos en el país árabe; una iniciativa que viene impulsada por Amnistía Internacional y que pretende expandirse entre los propios futbolistas.

Miguel Venegas

Madrid | 29.03.2021 17:05

Derechos humanos, dentro y fuera del campo
Derechos humanos, dentro y fuera del campo | onda cero

Aún no hemos vivido la Eurocopa 2021, pero la carrera mundialista ya ha comenzado. Europa ha inaugurado esta pasada semana su ronda de clasificación para el Mundial 2022. La Copa del Mundo será en otoño, en noviembre del próximo año, y vendrá acompañada de una gran polémica por su organizador, Qatar. El emirato absolutista ya ha levantado polvareda por la forma de lograr la organización del Mundial, por desplantes a mujeres en competiciones FIFA o por el trato a su clase trabajadora extranjera; pero este mes Amnistía Internacional ha puesto una cifra encima de la mesa. Más de seis mil obreros han fallecido en la construcción de los estadios de la próxima Copa del Mundo.

Protesta noruega

El fútbol no es muy dado a la rebeldía, pero esta semana pasada los futbolistas de la selección de Noruega levantaron la voz respondiendo al llamado de Amnistía Internacional. Los once jugadores noruegos salieron al campo frente a Gibraltar con camisetas que pedían “respeto a los derechos humanos”. Se trataba de la primera protesta conjunta contra Qatar, pero no fue la única. Un día después, los jugadores de Alemania tomaron el relevo y sacaron sus propias camisetas al césped, en este caso pintadas por los mismos futbolistas. Y Cuatro días más tarde los noruegos repitieron acción, pero con un mensaje al resto de jugadores del mundo: “Noruega, Alemania, ¿quién es el siguiente?

El siguiente fue Países Bajos, y después Dinamarca, que saltaron al campo con sus propias camisetas disparando a Qatar. Además, el director deportivo de la federación danesa fue más allá y declaró que “la concesión del Mundial a Qatar fue errónea y controvertida” y que en los próximos meses “la presión sobre Qatar debería crecer desde muchos ámbitos.”

Inglaterra no se posiciona

Desde luego que la presión aumenta y no sólo sobre Qatar, sino sobre los futbolistas. El seleccionador inglés Gareth Southgate fue preguntado esta semana por si sus jugadores se sumarían a la protesta. Varios medios de comunicación británicos, entre ellos la misma BBC, han sido muy críticos con la concesión del Mundial a Qatar desde el primer momento y el ambiente en el país es de firme rechazo. A pesar de ello, Southgate regateó la polémica con inteligencia y anunció que los futbolistas ingleses “se mantendrán como hasta ahora”, es decir en silencio, “con una opinión madura y sabiendo que todo lo que hagan o digan será fiscalizado.”

Doble moral

Quizás Inglaterra trata de evitar también polémicas como la que han sufrido los futbolistas alemanes del Bayern de Munich, que sí se unieron a la protesta. Y es que el propio Bayern tiene como patrocinador a la compañía aérea Qatar Airways, y algunos de los jugadores que portaban la pasada semana camisetas en pro de los derechos humanos son protagonistas de campañas de publicidad de la empresa qatarí. En Inglaterra esta polémica podría reproducirse con los jugadores del Manchester City –cuyo dueño es el Emirato de Abu Dhabi- o del Arsenal –cuyo estadio lleva el nombre de Emirates-, por poner sólo dos ejemplos muy claros.

No se busca boicot

También Southgate se encargó de recordar que Amnistía Internacional no pide que las grandes selecciones europeas renuncien a competir en el Mundial de Qatar, sino que ayuden a presionar al país para que éste mejore las condiciones de los trabajadores y de otros colectivos. Y ahí es donde juegan un papel importante los futbolistas y las selecciones nacionales; porque el fútbol de clubes está trufado de intereses empresariales que muy a menudo pasan por la península arábiga, mientras que las federaciones representan a países, y a menudo a sensibilidades sociales. Y ahí hay partido por jugar.