Antes, una pequeña explicación que vi en la BBC que ayuda a entender cómo se determina el flujo de electricidad. Imaginen una manguera por la que fluye agua. El voltaje sería la presión que se mide en voltios y la corriente sería la cantidad de agua que circula por la manguera y se mide en amperios. Al multiplicar los dos conceptos nos da la potencia eléctrica.
De esta forma a un voltaje alto, de 220 voltios, le bastaría, según este ejemplo, una manguera más delgada porque no hace falta tanta corriente. Es decir, cables delgados, más manejables y por tanto más baratos. Por el contrario los de 110 necesitarán más corriente, lo que implica cables más gruesos y también costosos.
Volvamos al origen de la guerra. Edison era partidario de trabajar a 100 voltios y con corriente directa donde no era fácil cambiar ese voltaje. Tesla defendía la corriente alterna por ser más barata y más fácil de transportarla a grandes distancias, aunque más peligrosa según Edison. Para ganar su duelo, en la Exposición Universal de Chicago de 1893 Tesla hizo circular a través de su propio cuerpo una corriente alterna de millones de voltios. Demostró que no era peligrosa, y la corriente alterna fue la elegida. En esa Exposición se hizo la primera iluminación pública en masa el mundo con bombillas incandescentes eléctricas. De esta forma, Westinghouse la empresa para la que trabajaba Tesla ganó el concurso y lo impuso en Europa.
Pero en Estados Unidos ya fue tarde. Se habían vendido millones de bombillas que funcionaban a 100 voltios y por eso decidieron no cambiar a 220, pero sí adaptar la corriente alterna. Y de ahí los dos voltajes distintos que todavía permanecen.