Inyecciones de caballo. Esto es lo que se dice vulgarmente. Y esto es lo que se dice ahora, cuando el Banco Central Europeo, que preside Mario Draghi, regresa a la carga de las inyecciones masivas de capital. Esta semana el Instituto Emisor de Frankfurt prepara una nueva emisión masiva de liquidez, de prestamos a 3 años, para los bancos europeos. Será la segunda en poco tiempo, a finales del año pasado Draghi ya inundó el mercado con 500 mil millones de euros. Llevamos ya cuatro años de crisis, han tenido que pasar cuatro años de tropiezos y recesión para que una medida econòmica, por fin, diera los resultados apetecidos. Milton Friedman era el que decía que de crisis similares a esta se salía con una inundación de dinero, incluso lo describió con una imagen muy expresiva: lanzar dinero desde helicópteros. Lo cierto, es que con la emisión masiva del pasado otoño se logró frenar en seco la continúa deriva de la crisis de la deuda pública. Las primas de riesgo de Italia y de España dejaron de empeorar justo cuando estaban a punto de sobrepasar la línea de no retorno. Se critica mucho que el dinero que da el Banco Central Europeo a las entidades financieras termina después desviándose a los bonos de los tesoros nacionales, a pagar deuda pública y no al crédito a las empresas. Por eso es tan importante la emisión de esta semana. Los analistas calculan que puede alcanzar el billón de euros. Es tanto dinero de una sola tacada que en la ola gigante, en la cresta del tsunami, comience a quedar dinero para el crédito y los prestamos para las empresas y familias. Algo fundamental para la recuperación. Por eso, aunque es una inyección mucho más pequeña, de andar por casa, también es importante y clave que funcione bien la idea del Gobierno de abonar las facturas impagadas de Comunidades y Ayuntamientos. Por cierto, tiene su cosa que ahora comience a aflorar economía sumergida, economía sumergida en el cajón de las Administraciones Públicas.
