Poco a poco nos vamos adentrando en este mes inaugural con esas rutinas y costumbres que solemos evolucionar. Tendremos cuesta de las duras como auguran los precios y tendremos pereza, también de las duras, para desarmar todo el tinglado navideño con el gurruño de las luces de todos los años. ¡Ya protestaremos para nuestros adentros en diciembre cuando haya que desenliarlas de nuevo!
Donde sí he notado cambio es en el tema de las colecciones. No sé qué axioma sociológico avaló que al principio del año estamos más abiertos a este capítulo. Todos tenemos en la memoria anuncios de maquetas, de cursos, de manualidades y hasta de sonidos de pájaro. Para mí, uno de los coleccionables del milenio: cachivaches que imitaban graznidos y cacareos de múltiples aves. ¡Hasta una repisa te llevabas si completabas el elenco! Pero ya no se publicitan esas intentonas de captar clientes para cosas que nos adornan, que nos entretienen, porque colecciones útiles, útiles, no salían muchas… El caso es que en este mes somos almas dispuestas al cambio, al crecimiento, al gimnasio, al régimen y hasta dados a la corrección de errores pasados. Muy básico eso de que el ser humano busque un reseteo solo por pasar una hoja de calendario.
A ver si esta "manía" también llega a las grandes cadenas de alimentación que han recauchutado nuestros roscones con nata falsa o que se han comido las rebajas obligadas de IVA con subidas repentinas en base a no se qué stock. O a las entidades bancarias, ahora que tienen más chicha con el precio del dinero, ahora que más ancha es su Castilla, siguen subiendo las comisiones al tiempo que pisamos menos las oficinas. Como repatea que te sisen unos céntimos cuando eres tú el que opera en casita con tu propio ratón.
Con el pasar del tiempo hay dolencias que no caducan, y la avaricia es perenne como pocas. Al tiempo nacen otras que debieran tomarse más en serio: los psicólogos advierten de la proliferación de la ecoansiedad. Jóvenes y activistas se frustran por la inacción de la mayoría de ciudadanos con la deriva del planeta. Luchan por concienciar y actuar y encima enferman porque les ignoramos. Pues eso, a ver si en este año nuevo más que prometernos nos comprometemos. Que se pone la cosa sería.