Tampoco puede aceptar algo que se plantee fuera de la vía parlamentaria. Y menos todavía si suena a aprovechamiento de una debilidad con un sonido de chantaje. Y todavía menos si la aceptación puede suponer amenaza de ruptura dentro del Partido Socialista. Si algo rechazan los clásicos del partido es que se dependa de los independentistas para la formación de gobierno. Ya les molesta una coalición con Podemos, como estamos viendo en la división de criterios de la vieja guardia. Se aceptarían los votos o la abstención de Esquerra como mal menor. Pero jamás rendirse ante una condición que solo beneficia al independentismo.
Una cosa es el diálogo y otra la imposición de una mesa enfocada a la autodeterminación. Pero de Pedro Sánchez y su estrategia nunca se sabe. Lo mismo acepta lo que le reclaman con la esperanza de que después se rompa. Como su prioridad es mantenerse en el gobierno, todo lo demás es accesorio. Y encima, falta por saber cuál es el criterio del socio Iglesias. Por si acaso, Sánchez hace muy bien abriendo diálogo con Inés Arrimadas. La abstención de Ciudadanos y atender la oferta de estabilidad del PP le daría tranquilidad al país.