Pero este caso es diferente. Este es un caso de falta de orientación de lo que pretende Ciudadanos. Las dimisiones de Roldán y Nart serían episodios menores en circunstancias normales, porque tampoco son los pilares del partido. Pero vienen a ser las gotas que desbordan un vaso que ya estaba lleno con las críticas de Carreras y de Valls y ese runrun perverso y mal administrado de la connivencia con Vox.
Yo tengo una duda inicial: ¿y si la actitud de Rivera fuese la más ética porque considera que Pedro Sánchez es malo para el país, para su economía y para su integridad territorial? ¿Y si los equivocados fuesen quienes le censuran por no apoyar a Sánchez o a Colau en Barcelona? Las opiniones publicadas que miran con simpatía al PSOE y la leal al PP han decidido que esas dudas no existen y Rivera es un líder caído. Para mí el problema es más sencillo y a la vez más profundo. Es, como digo, de falta de orientación de su política. Se puede estar con el PP en el reparto del poder territorial y contra el PP en la lucha por el poder estatal. Y es tan legítimo negar cualquier apoyo a Sánchez como dárselo. Pero todo eso hay que explicarlo para no caer en contradicciones diarias. El problema de Albert Rivera fuera del centro es aclarar cuál es su papel y su aspiración en este momento de la historia de España. Y, por supuesto, distanciarse de Vox. Ese sería el golpe de timón.