Es un golpe que duele eso de ver que podrían sentar en el banquillo al anterior presidente y a la ex secretaria general por un turbio asunto de espionaje. Salpica a todo el partido porque estas cosas tienen efectos retroactivos y proyección de presente. Los partidos tienen muy ensayadas las salidas a estas situaciones con tres recursos uno, decir que todo pertenece al pasado y que la dirección actual tiene las manos limpias y la conciencia tranquila.
El segundo, refugiarse en su socorrido respeto a las decisiones judiciales y a la independencia de los jueces. Y el tercero, apelar a la presunción de inocencia que parece haber sido inventada para socorrer a los políticos en estos casos. Cuento con las tres respuestas o posturas, lo que equivaldría en parte a salirse por la tangente, marcar distancias con el presunto delito y no provocar una crisis interna. Les ayuda que Rajoy, que sepamos, no está imputado, aunque el criterio del fiscal es que hubo órganos superiores de la Administración del Estado.
Y lo que tiene que hacer el PP de Casado, desde luego, es colaborar con la Justicia y que nadie le pueda reprochar que ampare un posible delito. Es la forma más incómoda, pero la más decente de salir con honra de este berenjenal.