Si Nadia Calviño ganó la primera votación y perdió en la segunda, es que se negociaron mal los tres votos del candidato de Luxemburgo.
Esos votos fueron ganados por el irlandés por una de estas razones: o porque negoció mejor, o porque funcionó el bloque de la Europa del Norte contra la Europa del Sur, o porque se produjo “la rebelión de los pequeños”.
Las pequeñas naciones se conjuraron contra las grandes, representadas por Nadia Calviño con el apoyo de Alemania, Italia y Francia, y España no supo o no pudo contrarrestar esa rebelión. Eso es todo: alguien tenía que ganar y alguien tenía que perder, para eso se hace una votación. Pero la palabra que más se utiliza esta mañana es “fracaso”, y este país siempre busca un culpable. Para el sector conservador, es Pedro Sánchez y la composición de su gobierno, que no es un modelo de coherencia ni confianza económica.
La palabra fracaso no beneficia al peso de España en la Unión, que no solo pierde el Eurogrupo, sino que queda algo más debilitada ante la concesión de las ayudas europeas. A efectos de política interna, Calviño sigue siendo Calviño, una excelente vicepresidenta económica. Pero no se puede olvidar que su convivencia con Unidas Podemos representa la lucha de la ortodoxia contra el populismo. Y no es lo mismo llegar al Consejo de Ministros con la aureola de presidir el Eurogrupo que sin ella. En este sentido, lo que Nadia Calviño representa frente a Podemos ha perdido un poco de autoridad.
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Nadia Calviño pierde la votación en segunda ronda y no presidirá el Eurogrupo