Sabemos que se constituyen las Cortes, pero no sabemos por cuánto tiempo. Las derechas, que siempre se entendieron, se rompen por la composición de la Mesa del Congreso. Y las rompe Vox, que no quiere prestarle escaños a Ciudadanos, quizá para hacerles pagar antiguos desplantes o porque lo quiere hundir. Pero el propio Vox se puede quedar fuera si funciona el cordón sanitario.
Lo que consigue el partido de Abascal es estar en el centro de la noticia. Y después tenemos lo mollar: ¿legislatura para qué? ¿Para que Esquerra, otrora denostada, arranque la cuestión de la soberanía? ¿Para que Sánchez diga que por ahí no pasa porque no puede violar la Constitución? ¿O, ya que asegura que no habrá terceras elecciones, se dispondrá a dialogar con la derecha? ¿Y qué precio pondría la derecha? ¿Votaría a Sánchez, si Casado cree que es el peor socialista de los últimos cuarenta años? Me temo, querido Alsina, que no te puedo hacer un pronóstico.
El carajal tiene tantas ramificaciones que ni Iván Redondo es capaz de desentrañarlo. Lo más normal sería que no hubiese gobierno para desconsuelo de Pablo Iglesias por las condiciones de los independentistas. Pero la Corte de los Milagros existe y este cronista se limita a esperar que alguno se produzca. Nunca estuvimos más cerca de aquel dicho popular: si sale con barba, San Antón. Y si no, la Purísima Concepción. Y usted perdone, querido director.