OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Con tanto mitin y tanta entrevista, uno se pregunta de dónde saca tiempo Sánchez para gobernar"

A cinco semanas y pico de las elecciones, está acreditando una extraordinaria forma física el capitán del PSOE, Pedro Sánchez. Líder viajero a la búsqueda del voto que lo mismo te hace una visita express a Huesca y Zaragoza y aprovecha para hacer una entrevista en El Heraldo que se planta en la feria del ganado de Zafra para interesarse por cada una de las dos mil reses que desde hoy allí se subastan.

Carlos Alsina

Madrid | 03.10.2019 08:14

Como sea verdad que las bolsas son la alerta temprana de los desastres económicos, apañados estamos. Otra vez hoy en los grandes titulares estas dos palabras: jornada negra. ¿Dónde? En las bolsas. ¿Pero en las bolsas de qué sitios? Pues de todos los sitios: la estadounidense, las europeas, la china, la japonesa.

Bueno, ha subido la de Buenos Aires, que no sé si es consuelo, profesor. Y aunque caer, caen todas, no es lo mismo el tres y pico por ciento de Londres que el 0,2 de Hong Kong, y no será porque estén las cosas tranquilas precisamente en Hong Kong.

Batacazo general. Madrid, casi un tres por ciento. Siempre que pasa esto la pregunta es por qué. Y para lanzar una respuesta se mira a aquello que haya pasado ayer y no hubiera pasado antes. Lo de ayer son datos (malos) de la producción en Estados Unidos y datos (malos) de la economía alemana.

En Alemania ya iban de cabeza a una recesión a final de año –-nuestro motor europeo, gripado— y en Estados Unidos ya ha aparecido la sombra del frenazo. A eso me le añade usted el pulso entre Trump y la Unión Europea por los aviones –-como Europa dio ayudas a Airbus, Estados Unidos pondrá aranceles a productos europeos— y me añade la historia interminable del Brexit y le sale esto que se da en llamar, de forma bastante etérea, la incertidumbre de los inversores. Que significa que el personal empieza a tentarse la ropa por si vienen peor dadas de lo que parecía.

Dices: ¿pero el Brexit no se ha sosegado ahora que Boris Johnson se ha abierto a negociar con la comisión europea? Pues va a ser que no. La comisión celebra que plantee nuevas opciones pero, a la vez, adelanta que no le van a convencer. Y como estamos a tres de octubre y Johnson tiene prometido que el 31 se van de una forma u otra, pese a la negociación aparente el personal apuesta porque habrá rup-tura por las bravas. Sin condiciones.

El horizonte, como usted ve, no puede ser más tranquilizador. En España el crecimiento económico se reduce y el paro vuelve a subir. Pero como crecer, aún crecemos y el paro, aún subiendo, sube menos que otros años, la ministra Calviño puede afirmar, y afirma, que estamos mejor que en otros tiempos, claro.

En la comparación encuentran los gobiernos siempre la salvación. Cuando gastamos y consumimos mucho celebran que la actividad económica sea alta (viva el consumo) y cuando gastamos menos porque preferimos esperar a ver cómo viene la cosa celebran que nos hayamos vuelto ahorrativos (viva el ahorro).

A cinco semanas y pico de las elecciones, está acreditando una extraordinaria forma física el capitán del PSOE, Pedro Sánchez. Líder viajero a la búsqueda del voto que lo mismo te hace una visita express a Huesca y Zaragoza y aprovecha para hacer una entrevista en El Heraldo que se planta en la feria del ganado de Zafra para interesarse por cada una de las dos mil reses que desde hoy allí se subastan. Y antes hace una entrevista con El Confidencial, porque va el presidente a entrevista y acto electoral diarios --entrevista y acto electoral, valga la redundancia— y se planta en Valencia para anunciar que ya ha encontrado la forma (aleluya) de entregar a los gobiernos autonómicos las cantidades que le venían reclamando.

Va a tener que añadirle cosas al eslogan electorero: ‘Ahora, gobierno; ahora, España; y ahora resulta que sí se podía hacer todo aquello que decíamos que no se podía’. Con el gobierno en funciones no se puede entregar dinero, decían en julio, urgiendo a que hubiera investidura. Con el gobierno en funciones no podremos afrontar bien lo de Cataluña, decían en julio, urgiendo a que hubiera investidura. Pues ahora, ya ve usted. No hay problema. Cap problema.

Con tanto mitin y tanta entrevista (quién le ha visto y quién le ve), uno se pregunta de dónde saca tiempo este hombre para gobernar. Pero rápidamente se acuerda de que, en realidad, llevamos así desde primeros de año y deja de preguntárselo. Hoy gobernar en España significa estar todo el día en danza, es decir, en campaña.

Eso explica que los ministros se contagien y actúen todos como si vivieran en un mitin permanente. Mira Ábalos, que además de ministro de Fomento-responsable de las Obras Públicas, la Vivienda, las Carreteras, la Avicación Civil y la Marina Mercante, es secretario de organización del PSOE y encargado de la campaña electoral. Cómo no va a andar como loco ese hombre. No le puedes exigir que distinga cuándo habla como ministro, cuándo como capataz de su partido, cuándo como estratega electoral. Y qué me dices de Isabel Celaá, voluntariosa portavoz del gobierno que lleva quince meses sufriendo cada semana los viernes de pasión.

A menudo la ministra se viene arriba y se le olvida camuflar el argumentario del partido cuando habla como gobierno. Le sale la vena militante y suelta en la sala de prensa de Moncloa cosas como ésta:

Y la Junta Electoral le suelta un bocinazo por hacer electoralismo desde el palacio de la Moncloa. Qué entrañable la candidez de la Junta Electoral. No ha habido portavoz del gobierno que no haya prometido separar escrupulosamente al gobierno del partido. Jamás desde esta mesa haré oposición a la oposición. Decirlo, lo han dicho todos. Cumplirlo, no lo cumplió ninguno.

Si tu jefe, que es Sánchez, usa la sala de prensa de la Moncloa para dar mítines, qué vas a hacer tú, humilde subalterno, sino imitarle. Acuérdese del día que convocó Sánchez las elecciones de abril, la chapa que se marcó para acabar diciendo vótenme a mí. Acuérdese del día que el rey dio por terminada esta legislatura inútil. Salió Sánchez en la Moncloa a decir vótenme a mí. Celaá debe de estar pensando que el suyo es un pecado venial al lado de la condición pecadora de su líder.

Pero claro, ya es mala suerte que el mismo día que a la minsitra Celaá le cae un tirón de orejas por hacer partidismo desde las instituciones, a Adriana Lastra le caiga un revés del Tribunal Constitucional por haber acusado al PP de hacer justo eso, partidismo. Hace un año, Lastra estaba en guerra con la presidenta del Congreso, Ana Pastor. La acusó de utilizar la mesa del Congreso para hacer partidismo y sabotear el empeño socialista de cambiar la ley de estabilidad como si fuera una emergencia.

Terrible todo lo que dijo entonces. Ayer el Constitucional ha avanzado que desestima el recurso que le presentó el PSOE. Es decir, que por mucho ruido que hiciera la portavoz y mucho verbo grueso que empleara, no había tema. Una victoria póstuma de la anterior presidenta de la cámara.