OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "La nueva normalidad son los vicios políticos de siempre"

Carlos Alsina habla en su monólogo sobre la vuelta del fútbol y la nueva normalidad. "La nueva normalidad consiste en que el gobierno, como en la vieja normalidad, pretenda decidir él cada día cuáles son los asuntos de verdadero interés para los ciudadanos y cuáles no", opina.

Carlos Alsina

| 10.06.2020 08:20

El primer día con fútbol. Sin espectadores, pero con fútbol. Abre boca esta noche el partido que se quedó a medias en Segunda, el Albacete en Vallecas, y se prepara el Sevilla para recibir al Betis mañana por la noche. Con rivalidad local máxima, y con presencia de personas mínima. Los futbolistas, el árbitro y fuera.

Hace tres meses nos preguntábamos si era posible un país sin fútbol y hemos comprobado que sí. Posible es, pero deseable no porque anda el personal ayuno de tensión deportiva, y rivalidad futbolera, que rebaje un poco la tensión y la rivalidad política. Hay cada vez más hooligans y menos comentaristas.

Esta tarde acude el delegado del gobierno en Madrid al juzgado de la señora Rodríguez Medel para responder allí a lo que se le pregunte. Con abogado, que para eso es imputado, o investigado. La causa del 8M sigue adelante, ya veremos hasta dónde. A día de hoy, el único investigado en esta causa es Franco. En contra del criterio de la fiscalía y la abogacía del Estado, a las que ayer respondió la juez que va a ser que no, que por ahora no archiva. Si la abogacía puso cortesmente como un trapo la labor de la juez, atribuyéndole un empeño injustificado encontrar como sea algún indicio de delito con el que justificar la instrucción, la juez responde con la misma cortesía a la abogada del Estado recriminándole que tardara un mes en recoger la documentación y animándola a que lea los autos para saber en qué se basa el presunto delito de prevaricación administrativa.

Convertir las instrucciones judiciales en partidos de fútbol en los que la afición, que son ustedes, han de elegir equipo (o con la juez, el forense y la guardia civil o con la fiscalía y la abogada del Estado) puede servir para darle emoción a la crónica judicial de cada día, pero arruina cualquier intento de seguir con la distancia necesaria el caso. Eso sí, nos permite confirmar que poco va regresando todo a la normalidad. La nueva normalidad era esto: una causa judicial convertida en el mayor asunto político de la semana.

Hay más hábitos que van volviendo. La nueva normalidad consiste en que el gobierno, como en la vieja normalidad, pretenda decidir él cada día cuáles son los asuntos de verdadero interés para los ciudadanos y cuáles no.

Los temas que de verdad preocupan son los que el gobierno dice que han de preocupar. A ver, hablar, lo que se dice hablar, sí que se habla de lo que quiere el gobierno porque otra cosa no, pero tanto la portavoz Montero como el presidente Sánchez hablan por los codos.

La nueva normalidad ya vamos viendo que consiste en volver a la gresca de siempre, con las distorsiones interesadas de siempre y con la doble vara de medir de siempre. Los informes aportados a un juzgado son importantísimos o son una basura dependiendo de que beneficien o perjudiquen al dirigente político de turno. La jueza es un un ejemplo para el país o es una resentida obsesionada con poner al gobierno contra las cuerdas dependiendo de si eres el gobierno o aspiras a serlo.

Tú eres, por ejemplo, Teodoro García Egea, número dos del PP. Te preguntan en este programa si estás a favor de que haya comisión de investigación sobre la gestión que ha hecho el gobierno de la epidemia. Y dices: sí. Ah, pero si te preguntan si estás a favor de una comisión de investigación sobre la gestión que ha hecho el gobierno de Madrid, entonces ya no.

Que al gobierno de Sánchez sí, se le investigue. Que al gobierno de Page sí, se le investigue. Que al gobierno de Ayuso no, cuestionar la gestión de Ayuso es un acto de partidismo inaceptable.

Tú eres del PP y te preguntan por lo que pasó en las residencias de mayores en Madrid, ¿y qué haces? Echarle la culpa de todo a Iglesias. Rebautizado ahora como mando único de las residencias de mayores. Aunque las competencias nunca hayan dejado de tenerlas los gobiernos autonómicos.

Por ‘mando único de las residencias’ en los decretos del gobierno de estos tres meses no aparece nada. Lo que aparecen son órdenes ministeriales de Sanidad, Interior, Defensa y Transportes, los cuatro ministros que asumieron el mando el 15 de marzo. En esto tiene razón el vicepresidente segundo: las competencias siempre han sido de los gobiernos autonómicos y lo que se aprobó el 19 de marzo fue que estos pudieran intervenir las residencias donde hubiera desatención o negligencia. No es eso lo que cabe reprochar en este asunto al gobierno central. No es eso, no es eso.

Lo que cabe reprocharle al gobierno central es que, si fue consciente de que algún gobierno autonómico estaba desatendiendo a los ancianos, discriminándolos o, como sugiere Iglesias, dejándolos morir, debió haber actuado él porque desde el 15 de marzo ha estado facultado para hacerlo. La responsabilidad primera es del gobierno autonómico de turno (el de Madrid, por ejemplo), pero la potestad última de actuar en su defecto la ha tenido el gobierno.

La declaración, el 15 de marzo, del estado de alarma la están reduciendo algunos políticos y algunos comentaristas al asunto de los desplazamientos: estado de alarma, dicen, sólo significa que el gobierno puede limitar nuestros movimientos. No es verdad. Lo esencial del estado de alarma es que todos los recursos públicos y privados del país se ponen a disposición del gobierno para atender una emergencia. Lo esencial es el poder que asume el gobierno para intervenir en todos los ámbitos que estime oportuno. Y eso vale para requisar mascarillas a una empresa privada, para intervenir una residencia de mayores y para anular un protocolo autonómico si lo considera inaceptable. Más aún si lo considera ilegal.

Artículo 4 del decreto de 14 de marzo: los ministros designados quedan habilitados para dictar las órdenes y disposiciones que sean necesarios para garantizar la prestación de todos los servicios y la protección de las personas. Las órdenes podrán adoptarse a solicitud de las autoridades autonómicas o de oficio, sin necesidad de procedimiento administrativo alguno.

La nueva normalidad son los vicios políticos de siempre.

Tú eres el gobierno, te preguntan por la gestión que tú has hecho del estado de alarma, la falta de EPIs en los hospitales, las discrepancias entre ministros, la confusión que ha acompañado el 80 % de tus decisiones de los tres últimos meses, ¿y qué haces? Pues decir que la culpa es del PP. La herencia recibida. Los recortes. La derecha crispante. Mucha imaginación no están demostrando los astutos fabricantes de relatos de la Moncloa.

En la Moncloa se emitió ayer un nuevo episodio del serial ‘sesión de control al PP’, que consiste en que cada semana la portavoz del Ejecutivo pasa revista a lo que haya hecho o dicho el primer partido de la oposición para ponerlo a caer de un burro. En el episodio de ayer la ministra se declaró indignada porque había escuchado a Pablo Casado confesar que pretende aprovechar a pandemia en su beneficio.

Poner en valor o poner en denuncia. Esto tan reprobable de que un partido político pretenda aprovecharse de una pandemia. Recordemos lo que dijo Casado, para escarnio del líder del PP.

Un caudal de moderación y cuidado mutuo. Que Casado no quiere desaprovechar. Entenderá usted que es verdaderamente escandaloso.

Tan dura de entender... o no. Igual sólo hay que fijarse un poco. En el afán éste por desacreditar al adversario a menudo caen nuestros próceres en el más absoluto de los ridículos.

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