Monólogo de Alsina: "La extrema derecha europea ve en Trump a un mesías que abre camino"
Les digo una cosa. Europa, en la era de Tramputín. A un lado, los Estados Unidos de la nueva era Trump. Al otro, la Rusia de la era perpetua Putin. Ésta es la Europa de 2017.
La que dejó aparcado aquello de los Estados Unidos de Europa —-¿se acuerdan, cuando íbamos a tener una Constitución común, un parlamento verdaderamente decisivo, un gobierno para todas las naciones fiscalizado directamente por los ciudadanos?—, aquella idea de parecernos a los Estados Unidos de América para poder ser más fuertes y más influyentes en el mundo.
Ahora bastante tenemos con que la Unión Europea siga a flote. Enfanganda en su propia crisis existencial, con los gobernantes obligados a reconocer que la pasión europeísta se ha esfumado y con partidos cada vez más influyentes que le han declarado la guerra a esta Unión Europea.
• Contra la integración, el nacionalismo.
• Contra la cesión de competencias a las instituciones comunes, la devolución de la soberanía plena a los estados.
• Contra el europeísmo, el patriotismo y la frontera.
En eso están el Frente Nacional francés deLe Pen, el Partido de la Libertad holandés de Wilders, la Alternativa para Alemania de Frauke Petry, la Liga Norte itaiana de Mateo Salvini.
Los partidos de la extrema derecha eurófoba que han celebrado su cónclave este fin de semana en Alemania para elegir pope a Donald Trump. El papa del palmar. Entre palmeros. Los ultras europeos han encontrado en Trump un profeta sobrevenido. Ellos ya predicaban la salvación en el populismo mucho antes de que él cambiara su Torre del Oro por la Casa Blanca, pero ahora lo ven como el último signo que faltaba por llegar, el mesías que abre camino subido al bulldozer de la formidable maquinaria estaodunidense. "Ayer Estados Unidos y este año Europa", proclamó este fin de semana el extremista holandés Geert Wilders, favorito para ganar las elecciones generales en su país este mes de marzo. "Con Trump comienza el final del viejo mundo y el regreso del pueblo al poder", añadió la señora Le Pen, presidenta del club de fans de Donald y groupie mayor del reino.
Están en estado de euforia. No sólo ven en Trumpa uno de los suyos, le ven como la prueba de que hay clima social, terreno abonado, para que el patriotismo entendido como exclusión del diferente, el nacionalismo económico, la satanización de la empresa que fabrica fuera, la fobia al emigrante y el discurso simplificador que ofrece eslóganes como si fueran la solución de los problemas, llegue al poder en naciones plenamente democráticas y con una opinión pública madura. Si Trump amanece hoy en el despacho oval, dicen, qué mas prueba necesitamos de que es posible ver a Francia y Alemania gobernadas por la extrema derecha.
No le va a resultar tan fácil ni a Marine Le Pen –esta señora que se presenta como adalid contra la tiranía-- ni a Petry, la alemana, llegar al poder. Alternativa para Alemania va creciendo a costa de los dos partidos mayoritarios pero muy lejos, aún, de poder desafiar a la gran coalición. En Francia, la segunda vuelta es, aparentemente, el muro infranqueable para el Frente Nacional. Que aun ganando las elecciones europeas tiene una representación mínima en el Parlamento.
Si esta vez los pronósticos aciertan, Le Pen ganará la primera vuelta y caerá en la segunda frente al candidato conservador Fillon. Y habiéndose deshecho ambos, en la primera, del aspirante socialista, que visto lo de ayer es más probable que sea este nuevo Benoit Hamon que el ex primer ministro Manuel Valls. Las primarias del PS francés se resuelven el domingo que viene, pero parte con ventaja quien ganó ayer el primer asalto. Hamon. Con su propuesta de renta básica universal bajo el brazo y por más que Valls lo considere una promesa irrealizable.
En Washington, el nuevo presidente Trump se ha estrenado con un clásico del populismo: la confrontación con los medios de información tradicionales. La prensa como herramienta de desinformación al servicio de los poderosos y en contra del pueblo soberano. Mientras el nuevo portavoz de la Casa Blanca convocaba a los informadores para soltarles una bronca por tergiversar, según él, los datos de asistencia a la coronación de su jefe, en la sede de la CIA el señor Trump incluía a los periodistas entre los seres humanos más deshonestos del planeta Tierra.
Y él sabe lo que dice porque se ha debido de codear con algunos de los menos honrados del universo.
Éste es el estilo Trump en modo superlativo. La plantilla que usa en todas sus intervenciones.
Su programa de gobierno consiste, por ahora, en dar por hecho que siendo él el presidente todo saldrá bien porque él es la expresión máxima de todo.
• Cuando habla de la creación de empleo dice: "Nadie va a crear más empleo que Donald Trump".
• Cuando va a la CIA dice: "Nadie confía más en la CIA que Donald Trump".
• Habla del ISIS y dice: "Nadie quiere derrotar al ISIS con más ganas que Donald Trump".
Así todo. Él como encarnación superlativa de aquello que dice defender. No hace falta desarrollo. Quién va a querer, en estos tiempos de urgencia y brevedad, letra pequeña.
El presidente, polemizando con los medios. Desacreditándolos como primer paso para reclamar una nueva era con nuevos medios que sean más serios y rigurosos, es decir, que le bailen el agua al gobierno nuevo. El populista ataca lo que hay para sustituirlo por otra cosa más de su cuerda. El continente americano ofrece ejemplos bien recientes de gobiernos que dedicaron todo su esfuerzo a silenciar medios críticos mientras favorecían la aparición de nuevos medios complacientes y/o sumisos.