No solo funciona como estrategia electoral. El optimismo también se está abriendo paso como estrategia en los mercados. Por más que Christine Lagarde insistiera ayer que la inflación sigue siendo demasiado alta. Por más que la presidenta del Banco Central Europeo anunciara otra subida de tipos, la quinta subida consecutiva en medio año, y por más que anunciara que en marzo aumentará otro punto más, y por más que haya insistido en que queda camino por andar y que la inflación sigue siendo preocupante, los mercados han actuado como si estuviera anunciando el fin de la crisis. La idea de que lo peor ha quedado atrás empieza a calar entre los inversores y las bolsas han subido con fuerza.
El año pasado las cautelas más catastrofistas no se cumplieron, ni en España ni en el resto de Europa, porque la amenaza de la crisis energética no fue tan profunda y prolongada como se temió. Y ahora los mercados están siendo optimistas, asumen que todo va a ir mejor. Eso no quiere decir que el riesgo haya desaparecido, sino que los inversores creen que les compensa el riesgo de equivocarse. Es buena noticia para quien tenga dinero invertido. Sobre todo si los mercados no se equivocan.
Sin embargo, mientras el Ibex está en máximos desde verano de 2021, la economía doméstica está dando otros datos muchos menos optimistas. Antes de que el BCE empezara a subir los tipos, antes de que las hipotecas subieran una media de casi 300 euros al mes, un 14% de los españoles ya tenían dificultades para hacer frente a la hipoteca y se retrasaban en los pagos. España está entre los cinco países europeos donde más ha subido el porcentaje de hogares que se retrasa en el pago. Y eso era antes de la subida de tipos que va a encarecer aún más las hipotecas. Ahí no hay optimismo.
Así que mientras los bancos están presentando beneficios récord, el crédito se va a seguir encareciendo y eso no es buena noticia precisamente para quien tiene que pagar una hipoteca. Y, por cierto, en España nos vuelve a tocar la peor parte: con la subida de tipos las hipotecas se encarecen más aquí que en el resto de Europa y los depósitos suben menos.
¿Moraleja?
Los mercados son optimistas con la inflación, pero en las hipotecas nos están metiendo un rejón.