La clasificación del Celta señala la madurez de un equipo que lleva mucho tiempo haciendo las cosas bien, en el campo y en los despachos. También incide en la crisis del Real Madrid, que se ha desplomado después de perder en el Pizjuán, donde se acabó su racha de cuarenta partidos invicto. Da la impresión de que la flor de Zidane ya no da más de sí.
Lo cierto es que su equipo no estuvo a la altura del desafío. Desde el primer momento, todo pintó mal para el Madrid. El Celta le superó en pasión y Danilo volvió a marcar en propia puerta, igual que hizo en Sevilla. Es curioso lo de este jugador, por no decir dramático. No ha conseguido sobreponerse ni al dinero que costó, cuarenta millones, ni a las críticas del Bernabéu. Cuantas más ganas le pone, más atolondrado parece.
Cristiano corrigió su pésima noche con un gol de falta y, a partir de entonces, el partido se convirtió en un toma y daca. El Madrid al asalto y el Celta a la contra, justo la emoción que esperábamos. Hasta que un gol de Wass sentenció la eliminatoria. Lo merece el Celta, insisto, por determinación y por fútbol. Ahora habrá que ver cómo sienta el golpe al Madrid, un equipo con los músculos de acero, pero con la mandíbula de cristal.