Porque la Vuelta es eso, una serie: una historia por capítulos diarios que tiene protagonistas, malos y buenos. Los buenos siempre son los nuestros y los malos, aunque los admiremos, los corredores extranjeros.
El protagonista este año está siendo Alejandro Valverde, que con 38 años, ha ganado ya dos etapas, y ahora es segundo detrás del inglés Yates, pero a tan solo 25 segundos y faltan tres etapas, las de mañana y pasado tremendas por sus puertos de montaña, y eso hace que los capítulos que faltan de esta serie no podemos perdérnoslos.
El ciclismo es el deporte más bonito que yo he conocido y disfrutado, pero la mancha deldoping lo embadurnó y no ha logrado limpiarla del todo en estos últimos años. Aun así, es un deporte que tiene mucha verdad, y en el que el esfuerzo es individual y no necesita VAR ni hay errores arbitrales. Ha habido tramposos, como los ha habido y hay en todos los deportes, pero no es el ciclismo donde más abundan.
Me ilusiona también la aparición estelar este año de Enric Mas, un chico de Mallorca, con 23 años, que es tercero y quién sabe si mañana y pasado no da una campanada como la que dio Perico a mediados de los 80. También puede reventar, como advierte él con prudencia, pero admiro y me ilusiona la progresión de Enric Mas.
Y sobre todo admiro la dirección de la Vuelta en manos de Javier Guillén, nunca le oí dar un grito a nadie. ¿Ustedes conocen a alguien capaz de dirigir a 3.000 personas sin dar gritos nunca? Yo tampoco. Además es progresista y del Atleti, por eso admiro tanto a Javier Guillén