CON JAVIER CANCHO

Historia de una bomba de realidad oculta

Cerca de 620 millones de niños están respirando aire tóxico en el sur de Asia.

Javier Cancho

Madrid | 26.11.2019 11:14

Al sur de Asia se respira mugre. Por allí, la calidad del aire está en niveles críticos. Puede olerse el aroma de la niebla tóxica. Se percibe incluso llevando una de esas máscaras que filtran el aire. En muchísima ciudades al sur de Asia, desde todos los vecindarios, puede verse y sentirse la contaminación…que engulle los edificios, los árboles y las personas. Y que con cada vez más frecuencia, cierra colegios y centros de trabajo o somete la economía y la educación a restricciones horarias porque no se puede estar en la calle.

Son muchas las mañanas que en ciudades como Nueva Delhi ya no se ve con claridad, aunque haya salido el sol. Por allí, la claridad es de una opacidad nítida.

Las niñas y los niños tienen pulmones más pequeños, y por eso, respiran el doble de rápido que los adultos. Están más expuestos mientras carecen de sistemas de protección que el organismo desarrolla con la edad. La infancia es la que más sufre los efectos del aire envenenado. Se están detectando daños neurológicos en niñas y niños del sur Asia por el aire que respiran, se han identificado perjuicios en el tejido cerebral que dificultan el desarrollo cognitivo de los bebés, causando secuelas de por vida que condicionan su aprendizaje y su potencial futuro.

La contaminación del aire está asociada a una de las principales causas de muerte en la infancia: la neumonía. Pero, además, la contaminación está relacionada con el asma, con la bronquitis y otras infecciones respiratorias. Hay evidencias que indican que los adolescentes expuestos a niveles elevados de contaminación del aire tienen más probabilidades de sufrir problemas de salud mental.

La cifra es una bomba de realidad oculta, son 620 millones de niños respirando porquería tóxica. Los niveles de contaminación están sobrepasando el rango que los propios sensores son capaces de medir, superando por mucho lo que podría considerarse asumible para la infancia. Está pasando ahora mismo -y utilizando nada más que el sentido común todos los gobiernos del mundo deberían poner el grito en el cielo donde el aire sigue deteriorándose.

Los científicos que investigan el cambio climático advierten de un efecto dominó expansivo. En una amplia región del planeta se está perdiendo calidad de vida a toda velocidad. Esta ocurriendo en nuestro mundo y está pasando más cerca de lo que pensamos.

Unicef pide una reacción global, real, y urgente. Recordándose lo evidente: poco puede haber más importante que una crisis del aire, una crisis de ese tipo terminará afectando a toda la humanidad. Y se recuerda que las soluciones existen: pasan por invertir en fuentes de energía más limpias. Unicef pide determinación con las renovables para reemplazar los combustibles fósiles, recordándose también la importancia de facilitar el transporte público, de convertir todas las zonas urbanas en espacios verdes. Se nos dice desde Unicef que no deberíamos olvidar que el aire limpio es un derecho.