LA BRÚJULA

La carta de Ónega: "Oigo, pescador del Mar Menor, tu aflicción"

Las fotos de los peces muertos, toneladas de peces asfixiados o envenenados, son el retrato de cómo se muere una forma de vida. Tu forma de vida, pescador. Sales de casa y tu mar no huele a mar, que huele a lo que llamas sopa verde y estos días, Dios mío, huele a muerte de peces y crustáceos.

Fernando Ónega

Madrid | 15.10.2019 23:26

Trece toneladas han tenido que retirar en el día de ayer. Trece mil quilos de lo que fue vida y pudo ser alimento y tiene que ir a un cementerio marino. Es como si se estuviese muriendo el mar ante nuestros ojos, en una muerte rápida y silenciosa. Sí, el mar, que es atacado por todas partes y por todos los medios. Sí, el mar de los plásticos y de los vertidos. Sí, el mar de la sobreexplotación y los furtivos. Y en tu caso, Mar Menor, tu agonía es la agonía de una tormenta perfecta, consecuencia, según dicen, de la última dana.

Del agua dulce de la tromba que arrastró a tu seno fosfatos y nitratos de los fertilizantes. Del agua sucia de los vertidos, también los fecales, Mar Menor. Del agua manchada de la gasolina y el gasoil de los barcos de recreo. De toda la mierda de residuos humanos, producto del crecimiento y los abusos urbanísticos, producto también del descuido administrativo, que recibió las denuncias y no las escuchó; que no supo ver cómo te estaban asesinando, Mar Menor. Porque esa mortandad venía avisando, como avisan siempre las enfermedades. Venía avisando desde hace muchos años con sus algas de la citada sopa verde y esos signos que solo los pescadores supieron ver y descifrar. Y nadie los escuchó.

Nadie les hizo caso, creyendo que era el cuento del lobo. Nadie les hizo caso, a pesar del descenso de la anguila y el langostino. No convenía tocar la agricultura, porque son allí 40.000 empleos. Nadie quería tocar el desarrollo urbanístico, que los turistas son la otra mina de oro. Nadie quiso tocar a los contaminadores, no sea que disminuya la creación de riqueza. ¡Pobre Mar Menor! Víctima de quienes creían que el mar lo aguanta todo y como lo aguanta todo, es inmortal. Y tú, Mar Menor, eres la enorme y dramática lección de que un mar puede morir. De hecho te has muerto, te han matado, y ahora solo cabe esperar que la ciencia haga el milagro de tu resurrección