El Banco Central Europeo (BCE) anunció un nuevo recorte en los tipos de interés, el sexto consecutivo, situando el precio oficial del dinero en el 2,25%. Esta decisión, alineada con la necesidad de estimular una economía europea debilitada por las tensiones comerciales, contrasta de forma rotunda con la postura adoptada por la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos, que ha optado por mantener los tipos estables.
Este contraste ha provocado una airada reacción del presidente Donald Trump, quien no ha dudado en cargar públicamente contra el presidente de la Fed, Jerome Powell. A través de su red social Truth, Trump calificó los informes del organismo como un “completo desastre” y pidió de forma explícita su despido: “¡El despido de Powell no puede esperar!”.
El mandatario considera que la Fed debería seguir el ejemplo del BCE y bajar los tipos de interés para reducir el coste de la deuda pública, aligerar la carga financiera del país y dar así cumplimiento a su promesa electoral de reducir impuestos. Trump justificó su demanda señalando que los precios del petróleo y los alimentos, “¡incluso los huevos!”, han bajado, y que Estados Unidos se está beneficiando de los ingresos procedentes de los aranceles impuestos en su guerra comercial.
Sin embargo, Jerome Powell ha reiterado en las últimas semanas que la prioridad de la Fed es el control de la inflación. Aunque esta se ha moderado ligeramente hasta el 2,4% en marzo, sigue por encima del objetivo del 2% marcado por la institución. Powell insiste en que no se tomarán decisiones apresuradas hasta que se observe una desaceleración más sostenida en los precios. En esa línea, señaló que los primeros datos de 2025 apuntan a una ralentización del crecimiento económico, aunque aún insuficiente para justificar una rebaja de tipos.
Para Trump, la bajada de tipos es una herramienta clave para aliviar las finanzas públicas y reforzar su programa económico de cara a las elecciones. Para Powell, en cambio, la prioridad es evitar que la inflación se convierta en el “mayor impuesto” para las clases medias y trabajadoras, tal como ha advertido en más de una ocasión.
Mientras Europa busca sostener su crecimiento frente al temor de una caída de las exportaciones provocada por los aranceles estadounidenses, Estados Unidos libra un debate interno, con el futuro de la política monetaria en el centro de la disputa y con un nuevo enemigo declarado para la administración Trump.