The new york times ha hecho un ejercicio interesante. Ha recopilado los mensajes, whastapp, SMS… que muchos ucranianos de a pie enviaron en el momento en que se enteraron de que Rusia estaba invadiendo su nación. Hay miedo… también hay un cierto estupor… como si tal cosa no fuera posible, a pesar de que habían sido advertidos durante semanas de que ocurriría.
Es una sensación de shock muy parecido a la que describía en Kiev nuestro enviado especial Xavier Colás hace un año, en el momento en que comenzó la invasión y las sirenas empezaron a sonar en las ciudades Es una situación muy extraña. Debe de ser imposible de asumir que la vida te acaba de cambiar para siempre. Fue lo que ocurrió en ese instante que acaban de escuchar.
Esta guerra tuvo dos fases. Como la guerra es culpa exclusiva de Rusia, como es una guerra de ocupación, las fases de la guerra corresponden a las necesidades del invasor. La primera fase de la guerra fue la conquista y duró hasta el momento exacto en que el Estado Mayor ruso asumió su fracaso. Entonces comenzó lo peor para la población civil. En su retirada, empujados por la contraofensiva ucraniana, el ejército ruso y también los mercenarios que trabajan para Rusia y que se emplean con una crueldad exenta de cualquier código, fueron dejando un rastro terrible de crímenes de guerra. Centros de tortura, ejecuciones a prisioneros maniatados, violaciones.
Esa retirada que describe desde Kiev el analista Oleksandr Slyvchuk motivó un cambio de estrategia por parte de Rusia. Como la conquista no fue posible, comenzó el asedio. Los objetivos de la artillería rusa cambiaron y se situaron muy lejos del frente, eran las infraestructuras críticas de las ciudades ucranianas. Ya que Ucrania se había mostrado inconquistable, ahora se trata de hacerlo inhabitable.
Un año después, ¿Qué pasa? Pues quizás lo que hubiera resultado más inverosímil es que hoy Volodímir Zelensky exhiba una moral de victoria. Es preciso distinguir resistencia de victoria. Porque igual que la invasión ha tenido dos fases, lo mismo ha ocurrido con la defensa de Ucrania. Hoy Zelensky ha hecho una comparecencia infinita para informar del rumbo de la guerra y no parecía el típico líder que está preparando una capitulación
La propuesta china no va a prosperar, porque no resulta creíble… y si aún hubiera resultado creíble, no resulta convincente. Tanto EE UU, como la UE, como la OTAN se muestran escépticos ante el plan de paz chino para Ucrania. No hace falta ser muy sagaz para percibir el sesgo prorruso de la propuesta que explicaba el portavoz de exteriores chino.
Pero es que además hay un renovado compromiso internacional con Ucrania. Esto es clave, porque hubo un momento en la guerra, de pura incertidumbre, en que sobre todo Estados Unidos parecía inclinado a forzar una negociación. Eso ha cambiado.
El papel de las fuerzas occidentales también ha cambiado y es fácil señalar exactamente cuándo. En el momento en que se vencieron las resistencias alemanas y estadounidenses para dotar de armamento pesa al ejército ucraniano. Los carros de combate Leopard y Abrams todavía no están en combate y sin embargo ya han cambiado el curso de la guerra.
Si hoy Zelensky puede mostrar una moral de victoria es por la heroica resistencia de los ucranianos pero también porque el mundo libre no ha flaqueado en su apoyo. Otras de las predicciones que fallaron estrepitosamente son las que vaticinaron que las opiniones públicas de los países occidentales no soportarían la crisis energética, sucumbirán a la presión inflacionaria y sus gobiernos recularían temerosos. Hoy un año después no sólo eso no ha ocurrido sino que hay una renovada alianza o un renovada impulso en defensa de la soberanía ucraniana.
Josep Borrell hacía balance de lealtades… Este es otro vaticinio que ha fracasado. Las naciones del mundo libre no han ido cayendo una a una, hastiadas de una guerra que las está empobreciendo y este es un asunto crucial.
Claro que si echamos la vista atrás podemos identificar una imagen que fue determinante. Vista desde hoy es una de las imágenes que quedarán para la historia. A pesar de que no es nada espectacular, no está bien iluminada, está mal hecha… parece completamente carente de interés y sin embargo fue fundamental.
Hablo de ese selfi que se hizo Zelensky junto al núcleo duro de su Gobierno. Era una imagen precaria y a la vez resultó un mensaje poderosísimo, porque fue la forma en que comunicaron al mundo que no habían salido del país en busca de refugio y que por tanto su voluntad era resistir.
Si Zelensky no hubiera mantenido ese vínculo de comunicación permanente con su pueblo, la moral de batalla se hubiera resentido.
Suena demasiado literario para ser verdad, pero hay momentos providenciales en la historia en que la misión más trascendental queda en manos de la persona más inesperada. Cuando Volodímir Zelenski llegó al poder en Ucrania, proliferaron los análisis catastrofistas. Señalaban que el único vínculo fuerte del nuevo presidente con su pueblo era algo tan evanescente como la popularidad adquirida en la televisión. Beppe Grillo era un antecedente verosímil.
La historia da a veces la impresión de tener un retorcido sentido del humor. El primer suceso que le dio a Zelenski una proyección internacional fue una conversación telefónica con el presidente Donald Trump que desató un impeachment. Trump le había ofrecido ayuda militar a cambio de que le ayudara a investigar a Robert Hunter Biden, hijo del actual comandante en jefe de Estados Unidos. Cuando la Casa Blanca desclasificó el contenido de aquella llamada, Zelenski se apareció ante el mundo como un hombre débil y amedrentado.
A veces, la misión más trascendental queda en manos de la persona más inesperada. La red de satélites Starlink que el magnate Elon Musk puso a disposición del gobierno ucraniano le ha permitido mantener el contacto con su pueblo y ha desplegado una comunicación de guerrilla tremendamente efectiva, por inspiradora
Fíjense. Ahora es el hijo más esforzado del atlantismo y la Unión Europea.