Puigdemont es un espectro que pasea por Bélgica sin demasiado que hacer. Un personaje extravagante que ha montado una corte de plástico en Waterloo y que finge una dignidad que solo le reconocen los más delirantes de los náufragos del procés. Y sin embargo, es necesario que regrese para responder ante la Justicia, incluso aunque por culpa de este Gobierno el delito más grave que le es imputable ya no existe en el Código Penal.
Es necesario que lo traigan por una pura cuestión de autoridad institucional y de moral pública. Él partió a Waterloo no porque sea un cobarde, como dicen ingenuamente tantos. Él fue allí porque quería seguir erosionando la reputación de España y quería mantener vivo su desafío a la Justicia. Y lo consiguió durante estos seis años de prófugo fue una fuente de frustración y de desgaste de la moral ciudadana.
Por eso es una buena noticia la decisión que hoy ha tomado el Tribunal General de la Unión Europea. Porque al menos es un desagravio a un hombre que se ha dejado el pellejo en una lucha tenaz y desagradecida, como es el juez del Tribunal Supremo, Pablo Llarena.
El Tribunal Europeo le ha retirado la inmunidad parlamentaria. La decisión da vía libre a Llarena para volver a emitir una orden de detención europea reclamando la entrega a España de Puigdemont, Toni Comín y Clara Ponsatí, los tres políticos independentistas, que permanecen fugados desde octubre de 2017.
¿Significa eso que Puigdemont regresa a España para responder por sus delitos? No, porque cabe recurso y si el Tribunal de Justicia de la UE estima las medidas cautelares que solicita la defensa de los fugados esto todavía podrán un tiempo en Bélgica hasta que haya una sentencia firme. Pero, después de tantas declaraciones desafiantes y de tantas proclamas arrogantes, hoy al menos ha tenido que admitir una primera derrota que puede terminar algún día con él de nuevo en España
Hoy hay algunas celebraciones públicas muy sinceras y otras un tanto cínicas. Esto que dice Pilar Llop, ministra de Justicia, que no va en las listas para la generales pero que ha asumido el tono electoralista con un oportunismo algo insultante.
Cuando Carlos Puigdemont se fugó de España fue porque se le destituyó como presidente de la Generalitat y se le persiguió por la comisión de unos delitos que o bien ya no existen en el Código Penal, como el de sedición, o han sido vergonzosamente rebajados, como el de la malversación. Y si eso ha ocurrido fue únicamente porque Pedro Sánchez necesitaba los votos de Esquerra Republicana para gobernar. No por otra razón. La ley la reestableció en Cataluña, primero, el 155 y luego la sentencia del Supremo. Lo que el GObierno ha hecho es pactar un puñado de voto y desarmar para ello a la Justicia española.
Hoy hay otras expresiones de alegría por la noticia, la de algunos presidentes autonómicos. Hoy Emiliano García Page abría el pleno de investidura en Castilla La Mancha acordándose del espectro de Waterloo. O Isabel Díaz Ayuso, la presidenta de la Comunidad de Madrid, que también siente hoy un cierto regocijo. Y eso que no es sentencia firme.
Tenemos a un Gobierno quitándole hierro casi cada día a los delitos del procés
La Justicia no ha resultado indemne de toda esta odisea penosa ni de las negociaciones de Sánchez con los independentistas y aún queda el colofón, que es el recurso en Estrasburgo de la sentencia del Supremo. Que pinta negro. Cómo va a pintar, si tenemos a un Gobierno quitándole hierro casi cada día a los delitos del procés. Que es como si estuvieran testificando en defensa de Junqueras.
Una de las tareas más urgentes que tendrá el sucesor de Pedro Sánchez, sea quien sea y sea cuando sea, será reestablecer el prestigio de la Justicia, arreglar sus conflictos laborales, dotarla de medios y garantizar su independencia. Por eso, de todo el programa del PP que presentó ayer Alberto Núñez Feijóo, hay un punto con el que deben ser especialmente vigilantes especialmente los votantes del PP. Porque ya Gallardón diseñó una reforma del sistema de elección del CGPJ que terminó metida en un cajón por el Gobierno de Rajoy. ¿Por qué? Pues seguramente porque no convenía.
Hoy se ha presentado el informe del Estado de Derecho de la Comisión Europea y es sonrojante para España. El Gobierno se ha apresurado a señalar que el problema es el bloqueo del CGPJ. Pero no. Primero porque si el bloqueo está afectando como está afectando al funcionamiento del Supremo es porque se ha maniatado por ley a los magistrados para que no puedan hacer nombramientos en interinidad. Pero, es que además la Comisión urge desde hace ya mucho tiempo a reformar el sistema de elección para que se garantice una mayor independencia del Poder Judicial.
Luego están los conflictos de la Justicia. Funcionarios, letrados, los propios jueces toda la conflictividad laboral del sector público parece concentrado en el ministerio de Pilar Llop y eso afecta a la Justicia gravemente. Llevamos informándoles ya desde hace demasiado tiempo sobre ello.
Hoy Tezanos ha evacuado un CIS del que no tiene demasiado sentido ocuparse en profundidad.
Hoy Tezanos ha evacuado un CIS del que no tiene demasiado sentido ocuparse en profundidad. Las horquillas son tan descomunales que ya distorsionan por sí mismas la foto demoscópica pero es que además vuelve a hacer un pronóstico excéntrico, es decir, tan desviado respecto al resto de las encuestas que sería preciso descartarla para hacer una media ponderada. Las horquillas son tan amplias que podría ganar cualquiera pero es verdad que le da ventaja al PP de Feijóo… Cómo debe de verlo Tezanos… Es interesante una pieza de análisis de Kiko Llaneras en el País que se titula muy gráficamente ¿¿Por qué no fiarse del actual CIS? Sus estimaciones son imprecisas y exageran el voto de la izquierda.
Hoy Pedro Sánchez ha presentado una nueva entrega de su show La España mejor, hoy con invitada de lujo: Nadia Calviño. Ha sido una entrevista con gran arrobo en la que ambos políticos se iban dando la razón el uno al otro con palabras amables, como cuando Nadia Calviño anunció que el objetivo de la próxima legislatura es ni más ni menos que el pleno empleo.