No hay cursilada inocente y menos en política. A Pedro Sánchez el haberse convertido en nuevo presidente de la Internacional Socialista le ha henchido de orgullo. A juzgar por los editoriales oficialistas, no habrá una tarea más noble que se le pueda encomendar a un líder occidental. El problema para los editorialistas del oficialismo es cómo explicar que fuera un líder con tan poca vigencia como el griego Yorgos Papandreu el último en ostentar el cargo antes de Sánchez.
Pero no hay duda, que el honor de presidir la Internacional Socialista ha hecho que su espíritu se eleva hasta el punto de que Sánchez se ha puesto ya a pensar en el juicio de la historia. Hoy Pedro Sánchez ha ido a rendir homenaje a Almudena Grandes y ahí ha hecho lo peor que se puede hacer en un discurso de homenaje, que es ponerse a hablar de sí mismo.
Pensar en el juicio de la historia, en el tratamiento de la posteridad, en el olimpo de la memoria… Esto es algo que los líderes políticos suelen hacer tras un larguísimo mandato de enorme trascendencia internacional. Pero, ya ven, también los líderes de verdad suele jactarse de haber conseguido derribar a dictadores, incluso de haberlos enterrado, pero el nuestro se conforma con haber movido de sitio sus restos.
Sánchez tiene cuestiones más inmediatas en la que pensar, por de pronto qué va a hacer con todas las leyes que Podemos le urge a aprobar en el Congreso antes de que la campaña electoral dé al traste con la legislatura. Dicho de forma más sencilla: ¿Qué pasa con la ley trans? ¿Qué pasa con la ley mordaza? ¿Qué con la ley de vivienda? ¿Qué con la ley de trata?
La ley trans ha motivado uno de los enfrentamientos más sinceros y más duros en el seno del gobierno y aun dentro del propio PSOE. Prueba de que la herida sigue abierta, o más bien las heridas, fue la división en las marchas feministas del 25N, el pasado viernes.
Hoy y mañana son días clave para la tramitación de la ley trans e Irene Montero ha empezado a asimilar dos realidades amargas para ella: que el PSOE no va a transigir y a retirar sus enmiendas al texto y que la ley no se va a aprobar antes de que termine el año. Así se lo han trasladado sus compañeros de Gobierno, a los que bien podría llamarse negociadores.
Esto decía a primera hora, en televisión española, la ministra de Igualdad Irene Montero. Las enmiendas socialistas respetan la autodeterminación de género pero limitan su expresión legal en los menores de entre 14 a 16 años. La ministra de Igualdad ha reiterado que ella no acepta recortes a un texto salido del Consejo de Ministros, lo que no ha aclarado es qué va a hacer para impedirlo, porque romper el gobierno no parece una opción. Por de pronto, colectivos lgtbi ya han anunciado nuevas movilizaciones, mientras la parte socialista del Gobierno trata sin éxito de calmar los ánimos.
La otra Montero, es María Jesús Montero, ministra de Hacienda y número dos del PSOE. Ustedes ya habrán reparado en una cuestión crucial. Este choque se produce después y sólo después de que se hayan aprobado los Presupuestos, ley fundamental para que Sánchez pueda terminar la legislatura aun sea en solitario o en compañía de Yolanda Díaz. Porque este no va a ser el último choque, se preparan más. Uno inmediato, el de la ley de trata. En este caso también se enfrentan dos culturas dentro del feminismo, la de las abolicionistas y las regulacionistas. La primera más fuerte en el PSOE, la segunda más fuerte en Podemos. Por de pronto Moncloa todavía no confirma si Irene Montero saldrá mañana tras el Consejo de Ministros a presentar el proyecto.
China está despertando lentamente y decimos esto con las debidas prevenciones, porque desde Tiannamen sabemos lo eficaz que puede ser la represión ejercida por la dictadura comunista. La política Covid cero con la que el presidente XI JingPing se muestra implacable está asfixiando a su población. Hay asfixias peores que la de una enfermedad respiratoria y eso los chinos lo están experimentando con las cuarentenas salvajes y masivas que les impiden siquiera ganarse la vida.
Algo está ocurriendo, aunque para los estándares occidentales las protestas parezcan algo escuálidas. Ya tiene que ser opresivo un régimen para que estas protestas se consideren un hito. Y lo son. Las autoridades han reaccionado con un intenso despliegue policial en puntos críticos de Pekín y Shanghái para sofocar las mayores muestras de descontento en China durante la era de gobierno de Xi Jinping.