EN LA BRÚJULA

El monólogo de las ocho: "Quizás debieran sumar al catálogo de traiciones el silencio de Sánchez"

Rafa Latorre reflexiona en su monólogo sobre la polémica del dos de mayo y el frac de Gustavo Petro

Rafa Latorre

Madrid | 03.05.2023 20:19

Qué importancia ha cobrado de repente el protocolo. ¿Es una afrenta que no lleve frac Gustavo Petro en la cena en su honor que va comenzar en apenas unos minutos? ¿Se tambalea la democracia en España porque no se permita que suba a la tribuna de un acto un ministro que no estaba invitado al mismo? Son preguntas que a esta hora asaltan a los españoles, que discuten ardorosamente sobre el orden de prelación y el código de vestimenta como si su bienestar dependiera de ello. En realidad el protocolo es importante porque en la democracia es esencial la liturgia y las liturgias tienen sus protocolos, pero ni el affaire Petro ni en el affaire Bolaños el protocolo es lo relevante, sino más bien la hojarasca con la que se cubren otros asuntos menos confesables.

El Gobierno no quiere saber nada de lo ocurrido en la Puerta del Sol de Madrid y eso después de haber montado una operación que pudo estar resuelta con mayor rudeza o descortesía pero que estaba montada desde la Moncloa para que Bolaños arrebatara el protagonismo de los actos de la Comunidad a la presidenta de Madrid Isabel Díaz Ayuso. Es que esto viene desde hace ya un año. El pasado año el gobierno regional invitó al presidente del gobierno Pedro Sánchez a los actos del 2 de mayo. Sánchez no fue, dio plantón, pero delegó su representación en Bolaños y como lo hizo de forma oficial el ministro pudo presidir el acto y desplazar a Ayuso. Para evitarlo este año se invitó a Isabel Rodríguez y a Margarita Robles. La primera declinó porque tenía que ir Bolaños, por una cuestión seguramente más testosterónica que protocolaria y porque quería hacer lo mismo, presidir el acto, sólo que este año se lo impidieron.

Quizás debieran sumar al catálogo de traiciones el silencio de Pedro Sánchez

Ahora, que lo de saltarse el cordón para colarse en la tribuna no ha salido bien es evidente, porque Pedro Sánchez ha preferido ni mentar el tema. Así que los entusiastas que señalan hoy la traición de Margarita Robles por ceñirse al protocolo del acto, quizás debieran sumar al catálogo de traiciones el silencio de Pedro Sánchez, más interesado en atizar otras polémicas.La suerte con estos apocalipsis democráticos que se declaran de vez en cuando es que duran bien poco. Este especialmente poco, quizás porque el Gobierno no tenga demasiado interés en prolongarlo. Quizás se hayan percatado de que quienes más perjudicados han salido del sainete son los candidatos del PSOE, no sólo en Madrid, pero especialmente en Madrid. Basta apreciar el gesto de entre estupor y rechifla que puso Reyes Maroto al ver que Bolaños se saltaba el cordón para colarse en la tribuna para entender que esto no iba mucho con ella, ni con Lobato, que hoy ven con comprensible melancolía como la Moncloa vuelve a convertir en su antagonista a Ayuso.

Y ahora lo de Gustavo Petro, esto del frac demuestra un desconocimiento. Es, por decirlo de forma llana y directa, una caquetada. Y por cierto bastante clasista, porque no es verdad que sólo las elites o los ricos se arreglan cuando la situación lo requiere. Es más, los verdaderamente ricos pueden ir por la vida hechos un asco que nadie les va a decir nada. Los códigos de vestimenta sirven entre otras cosas para eliminar toda diferencia de clase y procedencia. Cuando todos van de gala, nadie se destaca sobre nadie, supongo que se entiende. Cuando en un texto todo está en negrita nada lo está. Lo que sí es una afrenta al buen gusto, las debidas relaciones y hasta el compromiso con la verdad es el discurso revanchista que él propaga respecto de España y los españoles para buscar un rédito político, esto sí de la ignorancia y de la miseria. Como si Colombia no hubiera declarado su independencia del yugo español, como lo define él, hace 200 años. Que digo yo que alguna responsabilidad sobre su destino debería reclamar para sí. Que eso no justifica la nueva performance circense de Vox, que en un acto de pésima educación se ausentó en el Congreso, seguro que buscando un protagonismo que les resulta esquivo desde hace unos días, esto suele ocurrir. Ya ven qué importancia adquiere el protocolo últimamente.

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