Una huelga de transportes no es un protesta cualquiera. Hay sectores que son capaces de paralizar un país, porque su actividad se considera, con toda justicia, estratégica. De ahí que la preocupación del gobierno a esta hora esté perfectamente justificada.
Todo transcurre a tal velocidad actualmente que parece que han pasado años desde el pasado marzo. Entonces serios problemas de abastecimiento en la distribución y no fue necesario para provocarlo un paro generalizado de las principales organizaciones del sector, de hecho la plataforma que desató aquel caos ni siquiera formaba parte del Comité Nacional que mantiene interlocución con el Gobierno.
Recuerden también que fue la cerrazón del Gobierno, que no quiso reconocer la representatividad de la protesta la que terminó agravándola. Porque en un principio pudo ser una protesta minoritaria, el problema es que fueron sumándose más y más transportistas hasta pone en jaque al país.
Ahora los camiones autónomos han convocado nuevos paros indefinidos a partir del próximo domingo. Denuncian la pasividad del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana a la hora de controlar la aplicación de la ley que impide que los camioneros trabajen a pérdidas. Esta fue precisamente la ley que consiguió apaciguar la anterior protesta. Convendría seguir este asunto de cerca, porque puede convertirse en el nuevo desafío de este otoño caliente en lo meteorológico pero todavía bastante tibio en lo social.
En esto puede que tenga razón Pablo Iglesias. Resultan sospechosas las razones que aduce la complutense para dejar vacante la plaza de profesor asociado a la que concurre el ¿ex líder? bueno, el líder de Podemos.
Porque lo que no se le puede negar es la experiencia política y la universidad alega que carece de la suficiente para ocupar el puesto de docente. De la endogamia de la universidad pública y sus arbitrariedades seguro que algo sabía Pablo Iglesias, que también acredita experiencia como docente. Desde luego este caso suena bastante razonable su denuncia. No es la primera vez que se deja una plaza vacante. Suele ser signo de división dentro del tribunal, y de un depto con tensiones internas. No es un caso único pero no es habitual y es verdad que las causas que han expuesto no se compadecen con la realidad.
Incluso alguien con esa querencia por el disparate y el exabrupto acierta alguna vez, el problema es que es como una lágrima en un barreño de lodo.
Hoy Iglesias ha querido explicar sus palabras del fin de semana, aquellas que hasta los podemólogos de primera hora, camisas viejas purpuradas entendieron como un desafío inequívoco a Yolanda Díaz.
Podemos ya no está en guerra contra las fuerzas de la reacción y esa es la noticia, que su lucha se limita a garantizarse la supervivencia dentro de la izquierda y por eso los ataques de Iglesias tiene como blanco la prensa de izquierdas, Yolanda Díaz y todos quienes querrían imaginar un futuro sin él como tutor espiritual.
Ahora se ha impuesto en la formación un cambio de imagen. Un remozado estético para hacerla más amable. El esfuerzo será melancólico mientras Iglesias siga ejerciendo su antipática tutela espiritual.
La imagen de Iglesias junto a sus tres o cuatro incondicionales exhibiendo nostalgia mientras culpan a las conspiraciones de sus propios errores, es el espectáculo de la bunquerización. Cuando una fuerza política se encierra en sí misma para regodearse en sus paranoias.
De la deriva de Podemos, también estética, da buena fe la comparecencia de hoy para justificar lo de ayer. Aparecieron dos portavoces desconocidos para el común y dieron unas vagas explicaciones para terminar concluyendo exactamente lo mismo, aunque con menos vehemencia, que este fin de semana expuso a voz en grito Iglesias.
Claro que Pablo Iglesias se refería a Yolanda Díaz cuando criticaba a quienes están esperando a la extinción de Podemos para poder construir sobre sus cenizas. Es de hecho la única que lo está haciendo porque es la única a la que corresponde hacerlo. Quiero decir, que criticar a los medios tiene siempre algo de fantasioso, al fin quien va a decidir el rumbo que tome Sumar será aquella que en su día fue ungida por Pablo Iglesias para hacerlo y eso es lo que jamás dejará de recordarle Pablo a Yolanda.
Como tampoco dejará de reprocharle que no se faje con el suficiente ardor en las batallas que libra Podemos. La fuerza de Díaz no es un partido, la fuerza de Díaz es un sindicato, Comisiones Obreras, y esa es la razón por la que ella se encuentra mucho más cómoda hablando de cuestiones sociolaborales que en las batallas abiertas de Podemos.
A ella no le habrán escuchado una reacción vehemente sobre las nuevas revelaciones de lo ocurrido en la frontera entre Nador y Melilla. Hoy Marlaska ha preparado una excursión de diputados al lugar. El ministro del Interior no va a hacer públicos los vídeos pero sí se los va a mostrar a sus señorías y va a tratar de convencerles de las dificultades que se encontraron las fuerzas de seguridad para contener la avalancha humana.
Una delegación parlamentaria ―integrada por representantes del PSOE, Unidas Podemos, PP, ERC, PNV y EH Bildu― ha permanecido cerca de dos horas en la sede de la Comandancia de la Guardia Civil en Melilla. Recibieron todo tipo de explicaciones y pruebas documentales de lo ocurrido.
Hay una cuestión muy concreta a la que el ministro ha tenido que responder. En el reportaje de la BBC que ha devuelto este asunto al centro de la conversación pública se documenta un hecho comprometedor. Denuncia que algunos cadáveres fueron arrastrados desde la parte española a la parte marroquí de la frontera.
En cuanto a la refriega política, lo que sorprende del ministro del Interior es que vaya al choque con el PP y que lo haga tan amargamente. Es verdad que los populares han solicitado información e incluso una comparecencia parlamentaria de Marlaska pero de todos los que han viajado con el ministro han sido los únicos que se han unido a la petición de una comisión de investigación.