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El monólogo de las ocho: "Cinco años después, España no se ha roto. Se ha roto el independentismo"

El monólogo de Rafa Latorre en La Brújula en el que reflexiona sobre la actualidad política

ondacero.es

Madrid | 03.10.2022 20:35

De todos los problemas, los ficticios y los reales, que ocupan la conversación pública en España, ninguno es tan importante como el de la educación básica. Ninguno. La OCDE, que agrupa a los países desarrollados, ha confirmado con un nuevo índice, que España en educación no es un país desarrollado.

Verán: España es el país de la UE con una mayor tasa de jóvenes que no han terminado el Bachillerato o su equivalente en Formación Profesional.

El 28% de los españoles de 25 a 34 años tienen un nivel inferior a la segunda etapa de Secundaria, que es la "cualificación mínima" que la OCDE considera que se debe adquirir para alcanzar "una participación exitosa en el mercado laboral".

Por si se lo están preguntando. ¿Es mucho o es poco el 28%? Comparar es conocer. El 28% es el doble de la media de los países desarrollados. Y no crean que el problema es que el modelo español sea demasiado duro. No, no lo es. De hecho la solución que se le ha creado a estas cifras escandalosas es hacer más fácil el pasar de curso.

El secretario de Estado de Educación, José Manuel Bar, apunta que hemos mejorado desde la década pasada y es cierto, pero es un parco consuelo.

Hace cinco años a esta hora, los españoles y muy especialmente los españoles de Cataluña permanecían expectantes por lo que el Rey pudiera decirles. En una hora, a las 21, el Rey pronunciaría un discurso rocoso y unívoco, en el que ejerció con exactitud su papel moderador, porque se limitó a exigir, aunque con firmeza, que los dirigentes políticos cumplieran e hicieran cumplir la ley.

En realidad la gran virtud de aquel discurso es que fue una de esas raras ocasiones, escasísimas, en que alguien de gran relevancia pública, nada menos que un jefe de Estado, trata a los nacionalistas como si fueran adultos, es decir únicos responsables de sus actos: "Han quebrantado los principios democráticos de todo Estado de Derecho y han socavado la armonía y convivencia de la propia sociedad catalana".

Cinco años después, España no se ha roto, lo que se ha roto es el independentismo, que en lugar de celebrar los fastos de su liberación se han enzarzado en una patética ceremonia de repudio de los héroes de entonces.

Hace cinco años quisieron fundar una nación y hoy no son capaces de sostener un Gobierno. A esta hora se podría decir que Pere Aragonés le ha ganado el órdago a Junts per Cat. Porque ni Jordi Puigneró ha sido repuesto como vicepresidente, ni Junts ya lo reclama. De hecho, la pregunta que han trasladado a los post convergentes es: ¿Quieres que Junts siga formando parte del Gobierno de Cataluña?". Hay mucho que analizar en esta pregunta. Lo primero es la manía del tuteo. Oiga, ¿Cómo que quieres?

Hubo un tiempo en que los conservadores catalanes reclamaban una cierta dignidad en el trato. Lo siguiente es solo un poco más sutil: un referéndum es siempre una pregunta retórica, es decir que quien lo convoca ya tiene la respuesta y lo convoca para ganar. Hay una ley de hierro en el tema de las consultas: el que lo convoca siempre se reserva el sí, salvo si es tan idiota como David Cameron.

Así que establecido todo esto, la militancia puede dar alguna sorpresa. ¿Quién sabe? Pero no tengan duda al respecto: la dirigencia de Junts quiere seguir en el Gobierno de la Generalitat. El propio Jordi Puigneró ha confirmado en Rac1 que Junts podrá permanecer en el Gobierno, sin él.

La verdadera es la semana del aniversario ha transcurrido sin otra noticia que los silbidos e insultos que acompañan a los botiflers, prácticamente desde que salieron indultados de la cárcel. No está siendo muy agradecido el poble con los que fueron sus mártires. Y esto tiene mucho que ver con lo que está ocurriendo en su gobierno. Ni Aragonés, ni Forcadell pueden pasearse con tranquilidad por cualquiera de los habituales fastos del calendario independentista y se han hartado de que Junts exhibe por un lado de la pureza y por el otro del presupuesto. Porque lo cierto es que está en juego mucho más que un puñado de consejerías.

El otro día hizo cuentas El País: 250 cargos y más de 20 millones en sueldos, esto es lo que pierde Junts si sale del gobierno de la Generalitat.

Hoy no ha habido ni festejos ni demasiado lío para conmemorar el aniversario del discurso del Rey. Lo que ha habido es una visita de la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que ya en campaña se encontró bastante cómoda por allá y hoy ha ido más allá de su partido al considerar que el 155 que se aprobó entonces fue un poco pacato. Que había que haber ido más allá

Y ahora permítannos un modesto homenaje. A estas horas ustedes ya saben que esta voz se ha extinguido. Nadie se ha sentido tan cómodo en un silencio. Ha muerto Jesús Quintero, el loco de la Colina, un hombre que fue escribiendo la historia de España de entrevista en entrevista. Desde 1981 hasta casi anteayer.

Más 5mil entrevistas como interrogador. Muy pocas como respondedor. Esa es la verdadera crónica de un pueblo. Quiero decir que uno podría repasar la historia de España enlazando testimonios de cada una de sus entrevistas, desde los albores de la democracia hasta ayer mismo, sin que fuera necesario un narrador que fuera relatando nada en off.

Seguro que el primer recuerdo que muchos de ustedes guardan de él fue su entrevista a Rafi Escobedo, en la cárcel, condenado por el asesinato de los marqueses de Urquijo, pocos días antes de suicidarse

No fue el único al que entrevistó en la cárcel. Era un hombre que lo mismo se sentaba con Gunilla Von Bismarck que con el cojo Manteca. Todos tenían algo en común. Creo que nadie dejaba de sentirse intimidado cuando Quintero lo miraba, se callaba y esperaba. Quiero decir, que no hace falta un interrogatorio tipo Stasi para sacarle algo de dentro a un entrevistado y Quintero lo demostró.

El famoso periodista onubense Jesús Quintero, conocido por programas como Ratones coloraos, ha fallecido este lunes a los 82 años, tras sufrir durante una larga temporada una afección respiratoria.