Si estuvieran por aquí nuestras abuelas nos dirían que no puede quedar nada en el plato. Vamos, que hay que rebañarlo. Y más ahora al precio que está la comida, como para derrocharla. Los alimentos se disparan. Suben, de media un 11%, la mayor subida desde 1994.
Hacer pasteles es un lujo, incluso el pescado rebozado. Sube el aceite, el pescado, pero sobre todo los cereales, el pan, los huevos, la leche... Y la fruta... Al precio que está la fruta es más prohibitiva que en la época de Adan y Eva...
Los alimentos son los principales responsables del incremento de los precios en mayo. También los carburantes. La gasolina se ha disparado un 4%... pero es que el gasóleo se encarece un 8%, a ritmo del Ferrari o los Red Bull.
La inflación subyacente se coloca en el 4,9%, lo que muestra el contagio a toda la cesta de la compra. El Banco de España retoca sus previsiones, rebaja sus previsiones de crecimiento al 4,1% y la inflación cerrará el año por encima del 7%. Lo más preocupante es que la recuperación de los niveles económicos prepandémicos se retrasa a finales de 2023 y la institución que preside Hernández de Cos apunta que el año que viene seguiremos con una alta inflación.
Con este panorama los inversores comienzan a temblar. El dinero siempre es cobarde y sale corriendo de bolsa. No ayuda que la inflación en EEUU también se eleva al 8,6%, el nivel más alto en 40 años. La bolsa española ha cerrado con una caída del 3,7% y pierde los 8.400 puntos.
Además, el Euribor, el tipo de interés más utilizado en las hipotecas variables ha subido 30 puntos en 10 días. Para complicar las cosas, la ruptura de relaciones comerciales de Argelia con España se convierte en una crisis internacional y Bruselas acusa al Gobierno de Argel de violar el acuerdo de asociación con la Unión Europea. Al fondo el gas y el precio de la energía.