El pasado fin de semana cientos de miles de israelíes salieron a las calles en, para algunos, las protestas más grandes en la historia del país. Las manifestaciones son contra los planes del gobierno para limitar los poderes de la Corte Suprema que, según los críticos, socavan la independencia judicial y amenazan la democracia.
De eso, de que la democracia israelí está en peligro, están convencidos todos los que se oponen a esta reforma judicial. Pero, ¿de qué tratan las propuestas que integran la polémica reforma? Se dividen en tres proyectos de ley.
El primero modifica el comité de selección de jueces, integrado por nueve miembros, que hoy requiere de un consenso entre la rama judicial y la política para nombrar a los magistrados del Supremo y del resto de Israel. Con la reforma, el Gobierno dominaría esta composición y necesitaría solo una mayoría simple para elegirlos.
Los otros dos, apuntan a reducir las capacidades de la Corte Suprema para revisar las leyes aprobadas por el Parlamento. Por un lado, el máximo tribunal no podría invalidar las llamadas "Leyes Básicas" que, a falta de una Constitución, funcionan como normas fundamentales. Por el otro, el Supremo solo podría impugnar las leyes regulares (las otras) si contradicen un derecho consagrado en una de las "Leyes Básicas" y con el apoyo de 12 de los 15 jueces, en lugar de la mayoría simple actual.
Nos lo cuenta Sonia Sánchez Díaz, profesora de Relaciones Internacionales en la Universidad Francisco de Vitoria y experta en Oriente Medio.