Todo comienza cuando una trabajadora de San Lorenzo de El Escorial decide no usar tacones porque considera que atenta contra su dignidad. No le gustaban tampoco otras prendas como las camisas un poco transparentes, pero sin duda alguna, lo que menos ha sido el calzado, hasta tal punto de llegar a denunciarlo.
Ante tanta queja, le suspendieron de empleo y sueldo por sus quejas reiteradas. Además de conseguir falta muy grave de desobediencia a un superior.
El Tribunal Superior de Justicia de Madrid le ha dado la razón a la trabajadora. El juez ha anulado al sanción y ha obligado la devolución del sueldo que haya perdido. Además considera que el uso de tacones no aporta ningún beneficio ni ventaja para el empeño de sus funciones laborales.