El Papa Francisco asume el legado de una Iglesia lastimada. Deberá abordar una profunda reforma de la Curia, no dejó otra opción el escándalo Vatileaks.
Prioritario, saber bien de quién se rodea tras la sospecha de que el mayordomo de Benedicto XVI no sería el único cuervo en el Vaticano, que habría otros veinte con información sensible sobre intrigas y corrupción. Hoy el Papa emérito aguarda al sumo Pontífice en Castel Gandolfo para confiarle sus documentos más reveladores.
Por delante, la delicada tarea de romper el cerco del centralismo romano y aumentar las atribuciones de los episcopados nacionales. Tomar, además las riendas de las maltrechas finanzas vaticanas, por la transparencia de las cuentas, y atajar los casos de pederastia en el seno de la Iglesia, dejar de proteger a sus autores, el camino emprendido por su antecesor.
"La corrupción y la gobernabilidad son los problemas que tiene hoy la Iglesia. La transparencia y la tolerancia cero deberían ser el principal objetivo del nuevo Papa", ha explicado el analista vaticano, Ignazio Ingrao, que añade que "Otro asunto pendiente, la participación de la mujer en las instituciones eclesiásticas".
Miriam Duignan de la asociación de mujeres para el sacerdocio explica que "La Iglesia católica debería ser un lugar saludable y dinámico, de igualdad con los hombres y mujeres llamados al sacerdocio. Jesús no excluyó a las mujeres."
El Papa atenderá también la necesidad de evangelización ante la crisis de fe en las sociedades occidentales y la mejora del diálogo entre religiones.
