Mullally sucederá a Richard Chartres para convertirse en la persona número 133 en ocupar un puesto, que sólo está por debajo de los arzobispos de Canterbuy y York en la jerarquía eclesiástica inglesa.
"Es un gran honor --ha dicho Mullally, de 55 años, casada y con dos hijos--. Habiendo vivido y trabajado en Londres durante más de 32 años, la idea de regresar aquí es volver a casa". Mullally se instalará formalmente en la Catedral de San Pablo el próximo año.
La nueva obispa de Londres fue oficial jefe de enfermería de Inglaterra, la persona más joven nombrada para ese puesto, antes de ser ordenada en 2001. Se convirtió en obispa de Crediton en el suroeste de Inglaterra en 2015.
La Iglesia de Inglaterra permitió a las mujeres convertirse en sacerdotes en 1994, pero solo nombró a su primera obispa en 2014, lo que puso fin a años de esfuerzos de los modernizadores para superar la oposición de los tradicionalistas.
Un intento de permitir el nombramiento de obispas fracasó en 2012, cuando los miembros laicos tradicionalistas derrotaron la propuesta en el Sínodo General, el órgano rector de la Iglesia de Inglaterra, pero al año siguiente esta misma propuesta fue aprobada.
No obstante, la comunidad anglicana mundial sigue profundamente dividida sobre el tema del clero femenino. Las mujeres sirven como obispos en los Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, pero las iglesias anglicanas en algunos países en desarrollo, particularmente en África, todavía no ordenan mujeres como sacerdotes.