Courtney Baker acudió al ginecólogo para comprobar el estado de salud de su primer bebé, una deseada niña. El ginecólogo le advirtió de que la pequeña nacería con Síndrome de Down y le recomendó abortar. Ante su negativa, el médico continuó presionándola para hacerlo.
Finalmente tuvo a su hija Emersyn Faith y asegura que junto a ella vive el momento más feliz de toda su vida. Quince días después del nacimiento de la pequeña, Courtney escribió una carta dirigida a su médico en la que le explica lo traumático que fue para ella su veredicto médico.
“Querido Doctor,
Un amigo me dijo hace poco que cuando el especialista en ecografías y sonogramas vio a su hijo le dijo:”Es perfecto”. Cuando su hijo nació, lo hizo con Síndrome de Down, por lo que fue a visitar a ese mismo médico. Este miró al pequeño y dijo: “Te lo dije, es perfecto.”
Su historia me desgarró. Aunque estaba agradecida por la historia de mi amigo, me llenó de dolor no haber tenido a ese médico. Me hubiera gustado que ese fuera usted. Vine a usted en el momento más difícil de mi vida. Estaba completamente aterrorizada, ansiosa y desesperada. Aún no sabía la verdad sobre mi bebé, y eso es lo que necesitaba desesperadamente. Pero en lugar de apoyo y aliento, usted sugirió que interrumpiera el embarazo de nuestra hija. Le dije su nombre, y usted nos preguntó si entendíamos la baja calidad de vida que tendríamos con un niño con Síndrome de Down. Sugirió que reconsideráramos la decisión de continuar con el embarazo.
Desde esa primera visita, temíamos todas las que le siguieron. El momento más difícil de mi vida se hizo casi insoportable, ya que nunca me contó usted la verdad. Mi hija era perfecta. No estoy enfadada. No estoy amargada. Estoy muy triste. Estoy triste porque esos pequeños corazones palpitantes que ve todos los días no le llenen de una admiración perpetua. Estoy triste porque los intrincados detalles y el milagro de esos dulces dedos de manos y pies, pulmones ojos y oídos no le hayan hecho reflexionar. Estoy triste porque dijera que un niño con Síndrome de Down disminuiría nuestra calidad de vida.
Y se me rompe el corazón con la posibilidad de que se lo diga, hoy en día, a otra madre. Pero sobre todo estoy triste porque nunca hubiera tenido el privilegio de conocer a mi hija, Emersyn
Porque, como ve, Emersyn no sólo ha aumentado nuestra calidad de vida, sino que ha tocado los corazones de miles de personas. Ella nos ha dado un propósito y una alegría que es imposible expresar. Ella nos ha dado sonrisas más grandes, más risas y los besos más dulces que jamás hayamos conocido.
Ella nos abrió los ojos a la verdadera belleza y al amor puro. Así que rezo para que ninguna otra madre pase por lo que yo pasé. Mi oración también es para que usted vea la verdadera belleza y el amor puro en cada ecografía que haga.
Y mi oración es para que cuando vea al próximo niño con Síndrome de Down aún escondido en el vientre de su madre, mire a esa madre y le diga la verdad: Su hijo es perfecto".