El pasado mes de junio el aeropuerto estadounidense de Phoenix se vio obligado a cancelar varios de sus vuelos que estaban programados para las horas centrales del día debido a las altas temperaturas registradas en el aeródromo.
Un estudio de la Universidad de Columbia advierte de que el aumento de las temperaturas en el mundo debido al cambio climático podría cambiar los horarios de los vuelos y que haya más movimiento aéreo de noche que de día.
De hecho, en países de Oriente Medio, donde las temperaturas son elevadas, suele haber horarios de despegue nocturno para que el avión pueda alcanzar una velocidad más alta por el descenso de las temperaturas a esas horas.
El aire caliente, al ser menos denso que el aire frío, obliga a los aviones a desplazarse más rápido para adquirir velocidad y poder elevarse. El problema es que los aeropuertos no cuentan con pistas suficientemente largas para llegar a alcanzar la velocidad necesaria. Por ello, durante las partes más calurosas del día, hasta el 30% de los aviones podría tener que reducir su carga de combustible o reducir el número de pasajeros para poder volar. Otra de las medidas sería la ya mencionada, volar de noche.