Cuba está lista para recibir este domingo a Barack Obama, el presidente de Estados Unidos que apostó por la reconciliación de dos países enfrentados durante más de cinco décadas y que quiere hacer irreversible ese proceso de deshielo diplomático con esa histórica visita.
Obama será el primer presidente estadounidense en activo que pisará Cuba desde 1928, cuando el republicano Calvin Coolidge asistió en La Habana a una cumbre regional, y el único que hasta ahora lo ha hecho desde el triunfo de la Revolución castrista en 1959, fecha que abrió el largo diferendo entre La Habana y Washington.
Quince meses después de anunciar del restablecimiento de relaciones con Cuba y pasados ocho desde la reapertura de embajadas, Obama llega a una isla que sigue siendo comunista, aunque en proceso de "actualización" económica y social, y donde EEUU ha dejado de ser el "enemigo" para convertirse en un vecino con el que se ha abierto una nueva etapa.
La mayoría de los cubanos no podía imaginar hace apenas un año y medio las imágenes que van a poder ver en los próximos días: la del presidente estadounidense aterrizando con su esposa e hijas en el aeropuerto de la capital cubana; paseando en familia por La Habana Vieja o asistiendo a un partido de béisbol en el mítico "Latino".
Aunque Obama y el presidente Raúl Castro ya se han visto antes en tres ocasiones, el próximo lunes estarán juntos en el Palacio de la Revolución, ubicado en la emblemática plaza presidida por el monumento al prócer independentista José Martí y la icónica efigie del Che Guevara.
Uno de los platos fuertes de la visita será la conferencia que Obama pronunciará el martes en el Gran Teatro de La Habana dirigida al pueblo cubano y que será retransmitida en vivo por la televisión estatal de la isla.
La visita de Obama será un acontecimiento trascendental y cargado de simbolismo para sellar una nueva etapa de relaciones que los cubanos valoran en general positivamente, ansiosos de que se traduzca en mejoras en su difícil vida cotidiana y entre expectantes y escépticos sobre lo que pasará con el embargo económico, o el "bloqueo", que ha condicionado la vida de varias generaciones.
"Todo el pueblo lo va a recibir de brazos abiertos porque es un intercambio para mejorar las asperezas que hemos tenido durante tantos años. El pueblo de Cuba va a poder ser un pueblo mejor y, por lo menos, vamos a lograr que se vaya eliminando el bloqueo, dice Yanier, un adolescente de 14 años. Más escéptico, Yanelis de 30 años opina que hay que esperar "a ver qué pasa": "vamos a esperar al discurso, a ver cómo se pronuncia; nosotros mantenemos nuestra posición".
Por su parte, la disidencia interna de la isla, algunos de cuyos representantes se reunirán con Obama el martes, recibe la visita con división de opiniones ante los efectos de la nueva política de EEUU hacia Cuba y entre denuncias de un aumento de la represión y detenciones por motivos políticos en los últimos días.
Este domingo, la líder de las Damas de Blanco, Berta Soler, denunció que la sede habanera del grupo disidente se encuentra vigilado por agentes de la seguridad del Estado para impedir que salgan a la calle y dijo que una situación similar está ocurriendo con sus compañeras en provincias como Matanzas o Ciego de Ávila.
"Habrá que ver qué pasa, si nos dejan ir. Nuestro plan es acudir a la marcha como todos los domingos, pero estamos sentenciadas. Sabemos que vamos a ser detenidas antes de llegar para evitar que marchemos", explicó Soler sobre la marcha dominical que realizan todas las semanas ante la habanera Iglesia de Santa Rita.
El líder de la opositora Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) cuya acción disidente se concentra en el oriente del país explicó que en las últimas horas se han producido más de 200 arrestos de miembros de su grupo, aunque la mayoría solo han estado detenidos.