Anteriormente, el portavoz del Ministerio del Interior había cifrado en 24 muertos y 40 heridos el balance del atentado, registrado en el oeste de la capital, si bien había prevenido de que posiblemente las cifras aumentarían. La Policía ha acordonado la zona, situada cerca de la vivienda del viceprimer ministro, Mohamad Mohaqiq, en una zona de la ciudad donde reside buena parte de la comunidad hazara, predominantemente chií.
El portavoz de los talibán, Zabihulá Muyahid, ha reivindicado la autoría del atetntado en un mensaje en Twitter, afirmando que 37 "trabajadores de Inteligencia" habían muerto. Según el portavoz, el objetivo del atentado eran dos autobuses que llevaban bajo vigilancia dos meses. Según las fuerzas de seguridad, un pequeño autobús del Ministerio de Minas ha resultado destruido por la deflagración. Además, tres vehículos particulares y quince tiendas también han resultado destruidas o dañadas, según el Ministerio del Interior.
Tanto el presidente afgano, Ashraf Ghani, como el primer ministro, Abdulá Abdulá, han condenado el último atentado. Ghani ha denunciado el "cobarde ataque" contra civiles mientras que Abdulá ha prometido que los responsables tendrán que rendir cuentas ante la justicia. Al menos 1.662 civiles murieron en Afganistán en la primera mitad de este año, el 20 por ciento de ellos en Kabul, según los últimos datos sobre las consecuencias de la violencia en el país publicados la semana pasada por la ONU.