Según lo que cuenta este policía, compró el sándwich, se lo llevó a la comisaría y lo guardo en el frigorífico. Al cabo de unas horas, fue de nuevo a la nevera a cogerlo para comérselo y se encontró con que llevaba una marca de mordisco.
Fue tal el enfado que se fue de inmediato al local para reclamar. Allí, el supervisor, además de una disculpa, le ofreció todo tipo de combos y paquetes de comida gratis. Pero el policía no quiso, alegando que los empleados alteraron su comida como una falta de respeto a su institución.
Esto provocó que se abriera una investigación que finalmente concluyó que había sido él mismo el que había mordido el bocata antes de dejarlo en el frigorífico.
El bochorno que vivió este hombre fue tal que incluso tuvo que escribir una disculpa formal a la cadena de restaurantes por haber dudado de sus trabajadores.