Los momentos de mayor tensión en los más de cuatro minutos de duración se han vivido en el tramo del callejón antes de entrar al coso taurino, cuando este toro colorado se ha parado y ha mirado en reiteradas ocasiones a los numerosos corredores que se apostaban a ambos lados del vallado, aunque sin llegar a arremeter contra ellos.
Con las calles del recorrido abarrotadas de corredores al coincidir el primer encierro con fin de semana, la labor previa de la Policía Municipal ha resultado ardua para despejar la calle, si bien han conseguido puntualmente su objetivo y la carrera ha comenzado cuando en las campanas de la Iglesia de San Cernin han sonado las 8:00 horas, momento en el que han explotado los dos cohetes que anuncian la apertura de los corrales.
Con los mansos en cabeza, la manada ha partido agrupada y veloz en los primeros metros de la cuesta de Santo Domingo, con un toro negro que miraba hacia los lados pero sin llegar a hacer por los primeros mozos que se ha encontrado a su paso.
De esta manera y sin problemas han cruzado la plaza de Ayuntamiento y han enfilado la calle de Mercaderes con los cabestros aún en cabeza y un toro colorado atrás, que ha comenzado a quedarse rezagado.
En esta disposición, con un toro en cabeza, cuatro después y un colorado al final del grupo, la torada ha continuado veloz avanzando entre el gentío de la mítica calle Estafeta, aunque cada vez más estirada.
En este largo tramo es donde tanto corredores como espectadores han podido disfrutar de bonitas aunque arriesgadas carreras gracias a los grandes huecos que se han ido abriendo por la velocidad de los primeros animales.
Ya con el último toro definitivamente descolgado del grupo y con sus hermanos culminando el encierro veloces y sin causar problemas, la carrera se ha ralentizado y se han sucedido los momentos de mayor peligro y emoción.
El de Alcurrucén se ha tomado con calma su carrera a partir del tramo de Telefónica, donde incluso ha llegado a pararse totalmente, mirando a su alrededor y girándose en varias ocasiones, ante una multitud de personas agolpadas contra el vallado que en algunos casos no podían refugiarse por estar completamente ocupado.
Sorprendentemente el toro, despistado, en ningún momento ha arremetido contra mozos o vallado, y ha sido la labor de pastores y algunos corredores la que finalmente ha conseguido introducirlo en el coso.
También aquí se ha mostrado reacio a seguir a sus hermanos hasta chiqueros, y han sido los dobladores a punta de capote los que finalmente lo han conseguido dos minutos después de que lo hicieran los primeros.