Aunque no quería ningún tipo de protagonismo ni ningún enfrentamiento con el que ha sido su máximo rival en los últimos años, lo cierto es que una vez más Pep Guardiola consiguió arrebatarle un título europeo a Jose Mourinho y se llevó la Supercopa de Europa con su Bayern de Múnich.
Fiel a su estilo, Guardiola no tuvo ningún reparo en probar nuevos experimentos y salió de inicio con un innovador puesto para Philipp Lahm, que dejó su habitual posición de lateral derecho a Rafinha para ocupar un lugar del centro del campo. Además, el catalán según fue avanzando el encuentro fue encontrando en Ribery a su hombre y prolongación en el terreno de juego. Por su parte, el técnico portugués fue también fiel a sus ideas. No buscó el brillo ni un estilo de juego que enamorara y apostó por un ataque potente con Lampard, Schurrle, Hazard, Oscar y Torres y la solidez defensiva de Ramires, David Luiz y Cahill.
Al poco de empezar el encuentro, Torres sorprendió y adelantó a su equipo con un gran disparo con su pierna derecha, en el día que Del Bosque no le llevó a la selección, lo que sirvió para abrir en muchos aficionados el debate de si el salmantino debería o no haberle convocado para los encuentros de ‘la Roja’ frente a Finlandia y Chile. Al margen de debates, lo cierto es que el de Fuenlabrada puso el encuentro como quería Jose Mourinho, que volviendo a sus orígenes, echó al equipo atrás buscando con orden y cabeza un decisivo contragolpe que matara definitivamente al Bayern.
Esa sonrisa o felicidad se terminó nada más empezar la segunda mitad, cuando Ribery con un potente derechazo neutralizó el encuentro. Tras anotar el tanto, el galo corrió rápidamente a abrazar a Pep Guardiola, para agradecerle, entre otras cosas, una labor diaria que le está convirtiendo en mejor futbolista. Además, hay que tener en cuenta que en el horizonte está el Balón de oro, para el que el francés es sin duda un claro candidato.
Tras el gol, el Chelsea desapareció, pese a tener jugadores con unas buenas cualidades técnicas como Lampard, Schurrle o Hazard , algo que inspiró a un Bayern que, guiado por Franck Ribery, poco a poco empezó a tocar y a hacer ese fútbol que tanto gusta al técnico de Santpedor. Además, para mantener ese toque y orden de juego, Guardiola metió en el campo a Javi Martínez.
Aunque, posteriormente, un error de Dante en defensa, que dejó solo a un Óscar que incomprensiblemente falló, demostró al Chelsea que si mantenía el orden y la estabilidad defensiva mostrada en la primera parte, el gol llegaría. Sin embargo, la expulsión de Ramires, por una innecesaria entrada a Götze, limitó aún más sus subidas al ataque.
Por suerte para los ingleses, al comienzo de la prórroga, ese ansiado gol llegó y fue Eden Hazard quien volvió a adelantar a los blues y puso el encuentro una vez más como le gusta a Jose Mourinho. Como era de esperar, con un hombre menos, el luso puso un ‘airbus con dos alas’, muy similar al que en su día colocó en el Camp Nou con el Inter.
Sin embargo, una de los mejores virtudes de Guardiola es que nunca se rinde y mantiene la intensidad hasta el final. De ahí, que en los últimos segundos de la prórroga, cuando el Chelsea pedía la hora y el Bayern colgaba balones a la olla, Javi Martínez, después de un rebote, logró el tanto del empate, que alargaba el encuentro a los penatis. Una tanda en la que presión pudo con Lukaku, que no pudo anotar el decisivo quinto penalti. De esta forma, el equipo de Múnich se proclamó supercampeón de Europa.
En definitiva, gana el Bayern al Chelsea y Guardiola vuelve a arrebatar un nuevo título a Mourinho, algo que, al menos durante la noche de este viernes, hará que el de Setúbal deje de ser ‘The Happy One’.