Este año pocos, muy pocos será los ayuntamientos de la provincia de Castellón que se molesten en pedir el permiso especial para la ocupación de la playa, todo el mundo conocemos bien la Ley de Costas y su laxa aplicación, la novedad es que los ciudadanos ya no tendremos que aguantar el espectáculo bochornoso de los partidos mayoritarios tirándose los trastos, la parodia eterna, que solo mira por la poltrona. Entre el gobierno central y el autonómico impera el entendimiento y las loas. Vuelve en Castellón la tórrida harmonía entre lo que pasa en los dos extremos de la Plaza María Agustina, incluido el teórico con ángulo puntiagudo del edificio que alberga sindicatos y patronal, más de lo mismo. La Diputación y la subdelegación del gobierno vuelven a entenderse y lo hacen sin dar apenas que hablar pero, como siempre, subestimando las capacidades críticas de los contribuyentes.
Este fuego purificador de Sant Joan, lavará muchas lágrimas, lanzará deseos de esperanza al mar y rememorará ritos ancestrales, que despertarán ilusiones entre los que todavía creen en la parte mágica de la vida…mientras desde el otro lado de la orilla, los que, como pasa en la tele, engordan, no solo dentro de sus trajes, también a la sombra de aquellos tiempos en los que el “cash” circulaba de bolsillo en bolsillo. Llega el verano de la crisis, “éste es del que tocamos fondo” sin embargo todavía, muchos lo que no tocan es la tierra, el suelo, la cordura de la realidad. Todos estamos de acuerdo, sobra administración, pero nadie le cuelga el cascabel al gato, sobran incompetentes y enchufados, vagos en la administración digital, por mucho recorte que quieran vendernos, la verdadera guadaña, el verdadero fuego purificador del que debe resurgir el nuevo orden, aquí, en nuestro entorno, todavía no ha llegado, ni con San Joan.