Los griegos ya veneraban a Eros, que etimológicamente quiere decir deseo, ansia, pasión. Conviene aclarar que aunque identificamos a San Valentín disparando sus flechas al corazón, según nuestros colaboradores en sexología, el Dr. Jesús Rodríguez de ISEMU y Eva Camacho de La Eroteca, San Valentín, no dispara al corazón sino a nuestro cerebro.
Numerosos estudios han demostrado que nos enamoramos gracias a 29 áreas cerebrales distintas, que dependen de hasta 10 sustancias neuroquímicas.
Cuando nos atrae una persona, son los ojos los encargados de enviar la información a una parte del cerebro, la corteza occipital y a partir de ahí, si nos gusta lo que estamos viendo es cuando surge el 'amor a primera vista'.