Da gusto ver cómo tanta y tanta gente está disfrutando estos días de sus vacaciones ahora que estamos de lleno en el inicio de la temporada alta de la temporada alta del verano.
Bueno, Marta, tú y yo no, que somos unos pringados, pero sí que, al menos, también podemos disfrutar del ocio creciente que tenemos a nuestro alrededor estos días.
Yo, que vivo en Benicàssim, he vivido este fin de semana lo que es el sold out no solo en los festivales, sino también en los bares y restaurantes, no solo en Benicàssim, sino en muchísimos pueblos del litoral y del interior de nuestra provincia.
Bien es cierto que no he visto en el pueblo y las playas la saturación habitual en los comercios y las playas benicenses, sobre todo de los extranjeros británicos de antes de la pandemia. Pero la realidad es que muchísimas personas que han estado en el FIB me aseguran que el público ha sido masivo, aunque es posible que con más espectadores españoles que otra veces… bueno, ya harán balances los que lo saben.
Y también es cierto que otras citas emblemáticas de nuestro verano provincial se presentan con buenas expectativas, como por ejemplo el Arenal o el Rototom, además de citas que también empiezan a ser consolidarse como el Som Festival en el Grao de Castellón.
Y todo ello es una buena noticia, porque los festivales y el atractivo de nuestras playas son un reclamo espectacular para atraer turistas a nuestra provincia y ayudan a generar empleo. Miren, en las dos semanas y poco que llevamos ya del mes de julio son tres los amigos que me han comentado que sus hijos están trabajando este verano como camareros en bares y restaurantes de la provincia de Castellón.
Me parece una buena cosa que los chavales tengan iniciativa, quieran sacarse unas perrillas y comiencen a enterarse de qué va esto de ganarse el pan con el sudor de su frente… mucho, pero que mucho están sudando los pobres estos días.
Pero, a la vez, esto nos debe hacer pensar de qué tipo de servicio estamos prestando a nuestros turistas, nuestros residentes habituales de cada verano y a todas las personas que vivimos aquí y que queremos salir de vez en cuando a disfrutar y consumir en los bares y restaurantes de nuestros pueblos y ciudades.
Precisamente, estos días podíamos ver como los expertos aseguraban que la hostelería se está nutriendo de familiares y está rebajando horarios y servicios por falta de personal.
Y eso es realmente preocupante. Pero aún lo es más si tenemos en cuenta qué servicio estaremos prestando a los turistas, cuando se lo están ofreciendo chavales que no tienen ninguna experiencia ni formación. Sin ir más lejos, este mismo fin de semana me contaban que lo habitual es que llamen a los chavales una hora antes el primer día que se van a poner a servir mesas para darles algunas instrucciones básicas de cómo atender a los clientes.
Que quede claro que me parece fenomenal que los jóvenes trabajen algo en sus vacaciones porque no me cabe duda de que esa responsabilidad ayuda a mejorar y a madurar en un mundo en el que les estamos haciendo intolerantes a la adversidad.
Pero que empiecen a trabajar y en el minuto uno tengan que estar sirviendo mesas y sin la mínima formación y experiencia a la hora de tratar con los clientes me parece, como mínimo arriesgado.
No sé que pensarán ustedes, pero llevamos años y años hablando de la importancia de atraer a un tipo de turista de más nivel, con mayor poder adquisitivo y que tenga capacidad para dejar más beneficios en los resultados de las empresas hosteleras y hoteleras de nuestra provincia.
Los expertos advertían que, tras la pandemia, la flexibilidad y capacidad de adaptación, la apuesta por la calidad, la autenticidad y la sostenibilidad, saber poner en valor lo autóctono y tener la mentalidad muy abierta para integrar proyectos en la empresa, son algunas de las claves para que las compañías turísticas deben marcar la diferencia en la nueva etapa. Porque lo cierto es que el turismo se presenta como un sector que está atrayendo la inversión financiera.
Pero si nos creemos que, con chavales dedicados, con buena voluntad y predisposición vamos a lograrlo, tenemos un grave problema de concepto.
Otra cosa es que nos conformemos, porque no tengamos más remedio, con atraer a turistas nacionales o de otros países donde miren con mucho más cuidado el dinero, porque tampoco les sobra.
Ya sé que no es cosa fácil, ni sencilla, y que implica importantes apuestas en las que hace falta tener compañeros de viaje con la misma visión para no ser un oasis en el desierto. Pero, o se apuesta realmente por dar servicios de calidad, o simplemente nos conformamos con lo que tenemos, que es mejor de lo que tienen en otros sitios.
Es lo que hay cuando se trata de contrataciones que buscan personal con baja cualificación… pero creo que es pegarnos un tiro en el pie cuando nos llenamos la boca con la necesidad de atraer turismo de calidad y que deje mayores márgenes de beneficio y rentabilidad.
Por cierto. Otro sector emergente estos días es el de los repartidores de Correos.
Ya sé que la cosa no está para coñas, porque esos miles de refuerzos contratados estos días para garantizar el voto por correo en las Elecciones Generales van desbordados. Tienen faena si quieren llegar a tiempo para permitir que millones de españoles puedan depositar su voto a tiempo. Otra consecuencia de estos meses de locura política y que esperemos que termine este fin de semana.
De todas formas, no hagan mucho caso… que es solo mi opinión.