Dicen que el poder corrompe y que el poder absoluto corrompe absolutamente.
Miren, esta frase, que muchos de ustedes creerán que es fruto de la situación política que hemos vivido las últimas décadas, es más vieja que la tos.
Hace ya cerca de siglo y medio que se redactó por primera vez la Dictum de Acton, en honor del lord inglés que la incluyó en una carta remitida a un obispo católico en contra de la infalibilidad pontificia, pero haciendo referencia cualquier tipo de poder.
Este lord inglés, católico, no anglicano, le explicaba a su interlocutor que “no puedo aceptar su doctrina de que no debemos juzgar al Papa o al rey como al resto de los hombres con la presunción favorable de que no hicieron ningún mal. Si hay alguna presunción es contra los ostentadores del poder, incrementándose a medida que lo hace el poder. La responsabilidad histórica tiene que completarse con la búsqueda de la responsabilidad legal. Todo poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”.
Evidentemente, como toda sentencia finalista, hay que estar abierto de mente y presuponer que toda problemática en la que intervienen procesos intelectuales y humanos puede admitir varias soluciones óptimas, no solo una.
Y esta máxima viene a cuento de las negociaciones que estamos viendo a costa de la conformación de los gobiernos municipales que a partir de este sábado empezarán a trabajar para mejorar el futuro de los 135 municipios de la provincia de Castellón.
Y también viene a cuento porque estoy escuchando, viendo y leyendo muchas opiniones estos días de muchas personas con miedo a la debilidad que pueden ofrecernos los gobiernos en minoría que en algunas ciudades y pueblos más o menos grandes de nuestra provincia tendremos a partir de este sábado.
Estamos acostumbrados a dar por sentado que las mayorías absolutas son las que garantizan una mayor estabilidad institucional y más garantías para que se puedan realizar políticas con visión a largo plazo. Y muchas veces es así.
Pero yo, por el contrario, creo que esta situación actual de división de bloques tan acusada a nivel nacional y que condiciona tanto las decisiones, a nivel municipal puede ser una magnífica oportunidad para que los alcaldes y alcaldesas de nuestros municipios se vean obligados a trabajar más y ser más útiles para sus ciudadanos.
Quien me sepa quién soy y que he estado trabajando en una institución que gobernó esta provincia ocho años con mayoría absoluta puede pensar que estoy siendo ventajista o, incluso, hipócrita.
Pero quien me conozca, sabe de sobra que defiendo mis opiniones con convicción, pero que no rehúyo el debate y que a veces he tomado decisiones contrarias a mi opinión porque los demás que trabajaban conmigo pensaban de forma diferente a mi y me lo argumentaban.
Pero, además, es que esto es algo que he vivido en primera persona trabajando con Javier Moliner en la Diputación de Castellón, donde pese a disfrutar de mayorías absolutas, es recordado por todos los partidos políticos como un presidente de consensos.
¡Si incluso consiguió aprobar presupuestos con el voto a favor o las abstenciones del PSOE y Compromís, cuando no le hacían falta!
¡Se imaginan eso en el Gobierno de España o de la Generalitat los últimos años!
No lo intenten, que les puede dar un derrame cerebral si intentan hacer el esfuerzo.
En esta provincia tenemos muchos casos de éxito de gobiernos en minoría.
José Benlloch tuvo que buscar pactos y acuerdos en su primera legislatura como alcalde que, para mí, fue la mejor del dirigente socialista, que este sábado asumirá su cuarto mandato.
Wences Alós Valls llegó a la alcaldía de Moncofa en minoría hace ya ocho años y, después de consolidarse logrando pactos tanto con el PSOE como con Compromís, estos próximos cuatro años no solo ha revalidado su última mayoría absoluta, sino que ha sido reconocido su trabajo por el PP, y los castellonenses, con un escaño en las Cortes Valencianas para él y otro escaño en la Diputación de Castellón para José María Andrés, su mano derecha.
¿Y qué decir de David García en Nules? Hace ocho años fue el caso más estrambótico de acceso a una alcaldía yo creo a nivel nacional, con el menor porcentaje de votos en su municipio de un alcalde en España. Apenas le dio para salir él, pero lo hizo valer para ser elegido alcalde y este sábado, después de ocho años con la vara de mando, la volverá a recoger después de multiplicar por siete su representación en este tiempo.
Como ven, hay ejemplos de todos los colores de que las minorías también pueden dar lugar a buenos gobiernos, o al menos a gobiernos que son apreciados y respaldados por sus vecinos.
Así que, al margen de la sensación de estabilidad que nos dan las mayorías absolutas, que es real, hay que perder el miedo a que esta próxima legislatura nos podamos encontrar con gobiernos municipales en los que haya debate, discusiones y polémicas, pero también muchos acuerdos y medidas pactadas a dos, tres o cuatro bandas, que recojan las sensibilidades de un mayor número de vecinos del pueblo.
Esto obligará a trabajar más y mejor a los alcaldes y alcaldesas de nuestra provincia. En definitiva, gobernar en minoría obliga les obligará a ser mejores gobernantes.
De todas formas, no hagan mucho caso… que es solo mi opinión.