más de uno | opinión

Ábalos tira de refranero

Por el profesor y escritor Javier Arias Artacho

ondacero.es

La Ribera | 04.03.2024 14:44

Ya lo dice el refrán: “cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar”. Y también aquello que reza el Evangelio de Mateo: “Antes de ver la paja en el ojo ajeno, quita la viga del tuyo”, que viene a ser lo mismo que “antes de corregir al otro, corrígete a ti mismo”. Aunque quizás, dada la conocida simbología política de la rosa, lo que mejor vendría al caso es aquello de “antes de criticar la rosa ajena, cuida tus propias espinas”.

Nos resulta inevitable no detenernos en esta reflexión. Nuestro presidente cambió los colchones de la Moncloa para restituir la dignidad de la política y, en modo Lo que el viento se llevó, puso a Dios por testigo para jurar que no habría más corrupción. Fue su eslogan, su coartada, su asidero, su bálsamo de Fierabrás para todos los problemas, esa salsa de todos los platos, ese mantra para cándidos.

Pero volviendo a los refranes, podríamos recordarle que “el sol no se oculta por el simple hecho de que cierres los ojos”, o aquel “dime de qué presumes y te diré de qué careces”. Al fin y al cabo, la corrupción es el acto de corromper y en nuestra sociedad se corrompe cuando sobreactuamos las bajas, cuando prevaricamos en la función pública acomodando a quienes nos interesan, cuando decidimos colarnos en un sitio porque yo lo valgo, ocultar a nuestro beneficio lo que sea o simplemente aparcar donde nos dé la gana, por ser más próximo. El corrupto convive en la sociedad y, el serlo o no, es una cuestión de ética, de principios, de moral, pero, como ustedes ya saben, de eso cada día queda menos.

Es difícil controlar a toda tu tropa. Es difícil jactarse de que en tu panda están los justos y los buenos, porque esto es como la vida misma: están por todos lados. De ahí que el Partido Popular hoy pueda tirar de refranero también y murmurar entre corrillos ese “donde las dan, las toman”, porque el Caso Ábalos ahora mismo ya es el Caso Armengol y luego vete a saber caso quién y hasta dónde, presidente, que es para no dormir con un ministro y secretario general de partido enfangado en corruptelas miserables y en el peor momento en muchos años de la sociedad española: durante la Pandemia.

¿Qué quieren que les diga, amigos? Qué cara, qué jeta la de este personajillo. Me refiero a Ábalos, no se confundan. Me sonroja con qué facilidad miente este tipo de gente y con qué facilidad ascienden al Olimpo de la política, los unos y los otros. Son la nueva política. Los que vinieron a acabar con la casta. No sé ustedes, pero yo cuando veo una cucaracha, sé que hay un nido lleno muy cerca, y esto huele a fin de algo. No sé de qué, pero ya no quedan más naves que quemar.

Ándense con ojo de los políticos soberbios, amigos, porque “el soberbio es como el junco: aparenta firmeza, pero se dobla con el viento”.