El Real Madrid afrontaba su estreno en las eliminatorias por el título en un momento dulce; como campeón de la fase regular después de completar una segunda vuelta perfecta y encadenar veintidós triunfos consecutivos, acercándose a algunas de las plusmarcas firmadas por Pablo Laso, hoy entrenador del rival, durante su inolvidable etapa en el club. Estaba además el estímulo de superar el número de triunfos seguidos de la entidad ante su público en el torneo. Y a la postre se consiguió, aunque no sin apuros tras un enfrentamiento donde se hizo patente la tensión propia de los playoffs, cuando lo serio empieza y los fallos penalizan mucho más.
Errores, muchos, hubo durante el primer cuarto. Así, entre unos y otros sólo metieron un triple de los trece que intentaron, obra del argentino Facundo Campazzo. Y perdieron hasta quince balones en total. Únicamente los buenos porcentajes en tiros de dos maquillaron diez minutos para olvidar, que se saldaron con un poco atractivo 15-14. Salió antes del bloqueo el Baskonia de la mano de Markus Howard, autor de seis puntos en el parcial de 0-8 con el que arrancó el segundo acto. No pudo mantener mucho la distancia su equipo, pues unos buenos minutos de Walter Tavares generaron de nuevo un equilibrio en la contienda que se trasladó hasta el descanso (37-38, m.20).
En la vuelta al parqué, cinco puntos seguidos de Timothé Luwawu-Cabarrot volvieron a romper ligeramente el enfrentamiento ante un rival atenazado que no lograba darle velocidad a su juego, y mucho menos encadenar minutos de inspiración que le permitiesen llegar con confianza al tramo final. No hizo el Baskonia, sin embargo, tanto daño como pudo cuando debió. Y lo acabó pagando. Tras anotar sólo un punto en seis minutos, entre el desenlace del tercer acto y el inicio del cuarto, cavó su tumba. Sin alardes, pero impulsado por la tranquilidad de ver a su oponente nublado, acabó despegando el equipo anfitrión. La electricidad de Andrés Feliz y el buen hacer de Sergio Llull comenzaron a decantar la contienda, situando a los suyos con siete de renta favorable a falta de seis minutos. Quedaba rematarlo. Y no lo puso fácil el renacido bando vitoriano, que llegó a ubicarse a cuatro hasta en dos ocasiones, apagando sus esperanzas en ambas sendos triples de Alberto Abalde, sobre la bocina de posesión, y de Facundo Campazzo. Pese a ese querer y no poder hubo una tercera, a falta de 20 segundos y con posesión para meter más miedo. Falló desde el perímetro Luka Samanic y no hubo más espacio para creer.
El Barça roba el factor cancha a Unicaja
El equipo catalán, que llegaba al partido como el equipo con mejor porcentaje en tiros de tres (41,30%) de la temporada regular, acabó con un 26 por ciento, pero un 32 de 38 en tiros libres ayudó a un triunfo de mérito por las dificultades que le puso el Unicaja, que estuvo más de 25 minutos por delante y a pocos segundos de ganar antes de que hubiera tiempo extra. Hasta en diez ocasiones se habían enfrentado en una eliminatoria de la competición liguera, con un resultado que refleja el domino absoluto de los azulgrana: diez triunfos del Barça, tres de ellos en cuartos de final, ninguno del Unicaja, que sí les ganó en la serie a tres partidos para acceder a la Final a Cuatro de la Euroliga 2007 y en los cuartos de final de la Copa del Rey 2023 que acabaron ganando los malagueños. En la presente temporada se habían visto las caras en dos ocasiones, con victoria para Unicaja en el Carpena (103-96) y derrota en Barcelona (83-81). El de este martes tuvo que resolverse en la prórroga.
El primer cuarto ya fue digno de eliminatoria mayúscula, con cambios de liderazgo, trasvases en los estados de ánimo, y todo aderezado de un ambiente espectacular en el Palacio de los Deportes malacitano. Primero, mediante un Youssoupha Fall omnipresente, fue el Barça quien puso la firma con un parcial de inicio arrollador (2-11), pero la respuesta de Unicaja fue inmediata. Le dio la vuelta al marcador (15-13) con brío en ataque, intensidad y una defensa inmaculada. Una falta de Jabari Parker a Alberto Díaz para cortar un contraataque de los malagueños -y que fue protestada por la afición cajista, que pedía antideportiva- evidenció el plan del Barça: no dejar correr al posiblemente mejor equipo de la liga a campo abierto.
El Barça, sin embargo, perdía efectividad en el triple y el Unicaja insistía jugando por dentro, al choque en la pintura y encontrando oro en ataque. Tres minutos tardó en anotar el equipo de Peñarroya en el segundo cuarto (25-18, minuto 14). El nivel anímico en esta serie iba a tener su cuota de importancia, y antes del descanso, había dos equipos con sensaciones muy distintas: el Unicaja, extramotivado y ganando de once puntos; el Barça, un tanto desquiciado, con Kevin Punter con tres faltas personales y espeso en el tiro. Joan Peñarroya tocó varias teclas y el Barça ganó terreno con canastas de dos excajistas como Darío Brizuela y Álex Abrines que hicieron parar el partido a Ibon Navarro (51-47). Otra vez el Barça estaba ahí, al acecho.
Punto a punto, desde el tiro libre, el cuadro catalán fue acercándose a un Unicaja que vivió su momento de debilidad tras el descanso, donde tuvo malos porcentajes y pérdidas de balón. Lo aprovecharon los visitantes para tomar la delantera (60-62) con un parcial de 14-25 en el tercer cuarto. El Barça agradeció el paso adelante de Joel Parra y Willy Hernangómez -aunque este último muy errático en los tiros libres-, pero Unicaja se encomendó a sus 10.500 espectadores, se subió a la ola y desde un baloncesto enérgico y visceral puso el partido 73-73 a falta de cinco minutos, pero en bonus por acumulación de faltas. Y de esa ola se pasó al tsunami verde y morado en una secuencia que se antojaba determinante, pero que a la postre no lo fue: triple y bandeja de Kendrick Perry y finalización de David Kravish (80-74) para poner el Carpena en ebullición a menos de tres minutos del final.
Pero remó el Barça, esperó su momento y llegó en la última jugada. Una falta de Tyson Pérez a Justin Anderson cuando lanzaba de tres para ganar el partido, señalaron la infracción los árbitros y si metía los tres tiros libres, ganaban el partido… pero falló el último. Ya en la prórroga, entre Kevin Punter y, sobre todo, un Justin Anderson que se encaró con la grada tras sus aciertos, amarraron la victoria con el talento de sus muñecas. El Unicaja ya solo pudo maquillar el resultado. El segundo capítulo de esta serie se traslada a Barcelona este viernes (19.00 horas), donde el Barça puede sentenciar y lograr el pase a semifinales o, por el contrario, dejar con vida a Unicaja para un hipotético tercer partido que se jugaría de nuevo en la ciudad andaluza.