Punta norte: Los sueños
Llevamos milenios tratando de atrapar los sueños. Los sueños que son -probablemente- el asunto al que más capítulos hemos dedicado en Punta Norte en estos cinco años. Sobre todo, porque llevamos siglos tratando de capturar la esencia onírica con el anhelo de conocernos un poco mejor. Y puede decirse que cada vez se está más cerca de que la tecnología pueda introducirse en ese territorio difuso, en esa nebulosa mental.
Por mucho que los sueños sean éso: una experiencia íntima, metafórica, simbólica, brumosa...por mucho que así sea, la tecnología va estando cada vez más omnipresente llegando incluso a indagar en la otra parte: en la parte de nuestras vidas que es la que acontece cuando estamos dormidos. Qué ocurre en ese tiempo en el que nos entregamos a la no consciencia.
Ya saben que uno de los oráculos tecnológicos del tiempo que vivimos está en el Instituto Tecnológico de Massachusetts. Y en el MIT, Jaime, han diseñado un sistema que recoge bioseñales que a su vez rastrean los cambios que se van dando en las etapas de sueño: por ejemplo…la pérdida de tono muscular, o cómo se modula la frecuencia cardíaca. El propósito que se tiene con ese programa
consiste en estudiar una etapa muy concreta de la fase onírica: que es el período comprendido entre la vigilia y el sueño profundo. Hay unos cuantos ejemplos de lo que dices. El asunto de los sueños ha concernido a científicos como Thomas Edison o Nikola Tesla y a artistas como el escritor Edgar Allan Poe o el pintor sibarítico Salvador Dalí.
Estamos escuchando al Dalí más onírico. Salvador Dalí trató de acceder a ese estado posterior a la vigilia echándose siestas, Jaime, con una bola de acero en sus manos. Para que que cuando cayese en el sueño más profundo, el de fase REM, entonces, soltase el objeto: la bola… propiciándose -por el estruendo- un despertar inmediato pudiendo así acercarse a lo vivido durante ese instante que es conocido como el de la alucinación hipnagógica. Esa era la treta para tratar de capturar el sueño, para tratar de revelarlo. Y en esa búsqueda siguen ahora en el MIT, en el Tecnológico de Massachusetts. A quienes participan en sus experimentos se
les provoca un despertar ligero para que hablen sobre el contenido del sueño que acaban de tener. Registrándose todo lo que dicen, para evitar que la amnesia borre lo que se busca. Después, el sistema les permite que se vayan quedando dormidos otra vez para interrumpir nuevamente el sueño cuando las señales biológicas sugieren que están cayendo en la fase profunda. Y así se están haciendo informes científicos sobre el otro lado de nuestras vidas: el que transcurre cuando estamos dormidos, cuando olvidamos casi todo de cuanto nos sucede. En el futuro lo sucedido mientras dormimos resultará mucho más accesible.
De algún modo lo es. Y los científicos admiten que hay una parte que concierne a la ética en esa búsqueda que tendrá que ser reflexionada. Porque, poco a poco van quedando cada vez menos confines para lo íntimo. Hay quien ha estudiado si en esa tercera parte están nuestros deseos, nuestras mayores verdades, las intimidades más profundas. Pero, también hay estudiosos que han señalado la posibilidad de que analizando nuestros sueños podamos procesar y comprender mejor nuestras emociones. El porcentaje sobre el que hay consenso científico dice, Jaime, que olvidamos el 90 por ciento de todo lo que soñamos. Reparemos en el alcance de la pérdida. Olvidamos, casi al instante, un tercio las entero de nuestras vidas. Esta es una conclusión interesante. Porque quién sabe si es mejor así. Si es mejor no recordar lo que soñamos.